Hablar de Víctor Martín Font es hablar de un defensor y amante de la naturaleza. La ha amado y descubierto desde pequeño. Durante once años fue el jefe del equipo de halconeros del aeropuerto de El Prat de Llobregat. Una profesión para muchos de nosotros desconocida. Con el tiempo crea la empresa Desconexions para organizaciones, invitándoles a desconectar del día a día para conectar de nuevo con la naturaleza. Son famosas sus charlas donde nos sacude interiormente y nos hace reflexionar.
- ¿Cómo te defines?
Me considero un soñador que sueña con los ojos abiertos, que un día volveremos a tener la armonía con la naturaleza que en un pasado ya tuvimos.
- ¿Qué es para ti el hogar/la casa?
Mi refugio, el lugar donde aislarme del gran ruido al que estamos expuestos a diario y poder así recargar pilas, si no es prácticamente imposible seguir soñando con los ojos abiertos actualmente.
- ¿Cómo descubriste tu vocación?
Creo que mi vocación me descubrió a mí. Yo entrenaba halcones en el aeropuerto de Barcelona y era mucho más difícil liderar a las personas de mi equipo que los halcones, y por eso decidí embarcarme en el mundo de entrenar equipos.
- ¿Qué propósitos tenías al elegir esta profesión?
La de halconero fue básicamente acercarme aún más al mundo natural y vivir de cerca el conflicto entre humanos y naturaleza. Lo de acompañar a equipos de trabajo era trabajar con una especie animal con la que aún no había trabajado, el ser humano.
- Hablando de las primeras veces… ¿Cuál es el primer momento que fuiste consciente de que eras feliz? ¿Cuándo fue la primera vez que llevaste a gente a experimentar una desconexión? ¿Cómo fue la primera vez que escogiste tu casa?
Buf, me encanta el poder de las primeras veces, ya que en ellas está la máxima pureza y autenticidad emocional. En las segundas ya te encuentras con el juicio y el razonamiento y ahí entra uno de los problemas de la actualidad, disfrutar, el poder de las pequeñas grandes cosas. No sé cuál fue la primera vez que me sentí feliz, pero sí la que me sentí libre y que ese sentimiento no es tan comercial y fugaz como la felicidad. Llevar a un equipo a desconectar por primera vez es que, al terminar, una persona te abrace dándote las gracias por haber creado ese espacio de conexión.
- Fuiste años el halconero del aeropuerto. ¿Cómo empezaste en esta profesión?
Yo era muy joven y por entonces yo hacía ferias medievales por toda España volando águilas, buitres y búhos, entre otros, pero rápidamente me di cuenta de que lo de hacer de feriante con animales no era lo mío. Yo buscaba algo más profesional y con mayor calidad para la relación que yo quería tener con los rapaces. Entonces es cuando entré a trabajar como encargado de halconeros en el aeropuerto de Barcelona.
- ¿Qué aprendiste de los halcones?
Muchísimo. Les debo mucho de quien soy hoy en día. Quien mira a los ojos de un halcón y descubre la nobleza de su alma nunca vuelve a ser lo mismo. He aprendido a volar con ellos y sobre todo a observar, mirar y sobre todo contemplar. Mirar más hacia el cielo puede hacernos libres. Siempre estamos mirando al suelo.
- De los animales que conoces bien… ¿El halcón es el más perfecto?
Todos lo son de perfectos, de hecho, eso que dicen de cambiar el mundo es falso, lo que tenemos que hacer es cambiar nuestra relación con el mundo. El mundo es perfecto tal y como está. Nosotros somos los que debemos cambiar.
- Ahora que se habla de la ampliación del aeropuerto… ¿Cómo lo vives tú que conoces la zona y la fauna que hay?
La presión en esta zona es extrema y los reducidos espacios “naturales” que quedan son extremadamente frágiles. El debate vuelve a ser para mí hacia dónde vamos como especie, si los “expertos” creen que debemos seguir hacia el abismo pues nada a coger empuje.
- Descubriste que te gusta ayudar a las personas… ¿cuál es el mayor valor que tenemos?
Somos la hostia como especie. Por lo bueno y por lo malo. Teníamos muchos valores que parece que hemos ido perdiendo a lo largo del tiempo y que se ha agravado con la llegada del mundo hiperestimulado de las redes sociales y mundos virtuales. Pero creo que estamos a tiempo de recuperar valores si somos capaces de parar. Para mí el acto más revolucionario es parar.
- ¿Cómo fue la experiencia de escribir tu libro?
Fue terapéutico y la verdad que fue una vomitada de mucha información que llevaba dentro hace tiempo. La verdad que me gustaría hacer un nuevo libro, ya que al haber vomitado el primero, ahora, haría algo más elaborado.
- ¿Cómo descubriste que querías dedicarte a desconectar a las personas de su día a día?
Pues al ver a una sociedad desconectada del medio natural, donde parece que siempre todos llegamos tarde a la vida y nunca tenemos tiempo para nada. Ya lo tenía claro que esta sería mi dirección, pero un período largo en una comunidad indígena de la selva amazónica de Ecuador me lo acabó de confirmar. A ellos no les hacían falta ni desconectar ni conectar, puesto que nunca habían dejado de estar conectados a lo que llamamos naturaleza.
- ¿Se puede desconectar en la ciudad o es mejor en la naturaleza?
De hecho, la naturaleza no existe para mí como concepto. Es más, es algo que nos ha ayudado a separarnos de ella y la hemos tratado desde hace muchos años como algo a dónde ir cuando queremos salir de nuestra cotidianidad. Pero en realidad la naturaleza está en todas partes, incluso en esa planta que tienes encima la mesa de la oficina. O en los cielos de Barcelona hay infinidad de pájaros extraordinarios que pueden ayudarte a vivir los ciclos de la vida.
- Supongo que después de la pandemia desconectar en la naturaleza es necesario ¿verdad?
Siempre ha estado esa necesidad, pero la pandemia sirvió para subir el volumen de esa necesidad al máximo y ahora parece que más gente ha oído la llamada. Ahora el problema será cómo ayudar a todas estas personas a acceder al medio natural, respetando el entorno y sobre todo el día a día de las personas que viven en él y hacer compatibles todos los usos.
- ¿Cómo es la gente por naturaleza?
La gente por naturaleza es un ser gregario que no solo está preparado para vivir en comunidad, sino que en realidad lo necesita y esto lo hemos olvidado en estos tiempos tan elitistas e individualistas.
- Dicen que el mundo que tenemos se está destruyendo… ¿Qué podemos aportar nosotros?
Ser nuestra mejor versión. El cambio climático también se puede luchar no dejando el coche con los 4 intermitentes en plena calle sin pensar en los demás. Esto cuesta mucho de entender, pero si volvemos a pensar en comunidad, el resto vendrá solo. Además, si decimos que la naturaleza es nuestra casa, no creo que en casa tengamos muchos de los comportamientos que sí tenemos en la calle.
- ¿Qué consejos darías a los que quieren vivirlo de forma más consciente y con armonía con la naturaleza?
Simple y fácil. Por cada hora de pantalla, una de aire libre, contemplando, observando y recuperando los instintos y la intuición.
- Hablando de ti…. ¿Has vivido en muchas casas? ¿Qué recuerdos guardas de cada una?
Sí, he vivido en bastantes casas, pero todas ellas han tenido algo en común, ¿ya lo imaginarás no? Pues sí, cuanto más cerca de lo verde, mejor. También que tengan fuego en su interior ha sido para mí muy importante. No soy amante de la calefacción.
- ¿Cómo es la casa de Víctor?
Muy rústica y en un lugar donde si abres la puerta puedes correr en línea recta mucho rato antes de poder cruzar una carretera asfaltada. Pero lo más importante de la casa donde estoy hace ya 10 años, es el calor de las personas que forman mi familia y que hacen que cada día cuando me voy tenga ganas de volver para poder sentir su calor.
- ¿Qué es lo que nunca falta en tu casa?
Fuego en el suelo, cajas, nidos y comederos para pájaros para poder oír su canto al despertar y verlos desde la ventana.
- ¿Qué es lo que más valoras cuando buscas una?
Que haya agua cerca o un pozo, ya que actualmente es un bien escaso.
- ¿Te ves dejando la ciudad para vivir cerca del mar o de la montaña?
Creo que la pregunta está al revés. El mar me gusta, pero quizás en algún lugar remoto y aislado. Y en la ciudad, quién sabe, quizás cuando sea mayor vivo en Barcelona para poder hacer todo lo que no habré hecho a lo largo de la vida. Pero no lo creo.
- ¿Tienes una casa minimalista o llena de muebles?
Me gusta ser bastante minimalista para mí la creatividad me viene si tengo espacios poco apretados y diáfanos.
- ¿Hay algún objeto que siempre te has llevado contigo a todas las casas?
Una escultura de una lechuza que me regalaron hace años y que siempre tiene lugares privilegiados para vernos y observar las muchas visitas que vienen a casa.
- A la hora de pintar una casa, ¿te gustan los tonos cálidos o el blanco?
Como las casas del mundo rural son muy oscuras, ya que tienen ventanas pequeñas, el blanco ayuda a combatir esta oscuridad y por tanto blanco sin lugar a dudas.
- ¿Tienes un rincón de la casa donde te inspiras para desconectar?
En el bosque tengo diferentes sitios. Cuando vives en un entorno rural o forestal, el exterior se convierte en una especie de prolongación de la casa y tu recibidor es la era y tu despacho un tronco caído en el bosque.
- ¿Eres muy ordenado o tienes tu orden en casa?
Soy bastante ordenado, pero en realidad al convivir con todo tipo de animales, niños incluidos, la cosa como puedes imaginar es más complicada y más si justo salir de la puerta de casa estás pisando tierra. Una rumba en mi casa se habría colgado ya con su propio cable.
- Si volvieras a empezar, ¿te dedicarías a lo mismo y lo harías de la misma manera? ¿Qué cambiarías?
Sí, lo haría igual. Siempre he dejado que la vida me lleve y me muestre los distintos caminos a elegir y gracias a mi intuición estoy contento de los caminos por los que me ha traído.
- ¿Cuáles son tus proyectos y retos de futuro?
Hacer llegar el mensaje de la naturaleza lo más lejos posible, yo solo soy uno de los miles de mensajeros y guardianes y guardianas que hay en este maravilloso planeta. Seguiré gritando lo más fuerte posible con proyectos como Desconexiones y con los que vengan. Así que ya sabéis, si tienes un altavoz al que pueda llamar solo tienes que invitarme.