Albert Torras: “Para mí el hogar es una casa de pueblo, donde en verano abrimos las contraventanas y en invierno encendemos las chimeneas”

Conocí a Albert Torras hace unos años. Solo recuerdo que me cautivó su carisma, su forma de hablar. Con el tiempo se ha convertido en un buen amigo, alguien que admiro profundamente. Es envidiable su gran capacidad para hacer de todo. Me recuerda a los grandes artistas del Renacimiento, aquellos que sabían de todo. Él es una persona inquieta, con cariño por la cultura y las artes, con gran capacidad de saber transmitir con las palabras. A su lado siempre puedes descubrir el mundo desde otra vertiente.

¿Cómo te defines?

Soy una persona con ganas de conocer, curiosa, con inquietudes en muchos aspectos. Sin embargo, me gusta también estar tranquilo, y eso implica saber muy bien qué haces, cómo, y cuándo quieres hacerlo. La agenda es importante, la previsión. Intento no dejar muchas cosas sin cerrar, en el aire. Soy maniático con los horarios, intento cumplirlos y una vez decido qué hacer, lo hago.

¿Qué es para ti el hogar?

Una casa de pueblo, donde en verano abrimos las contraventanas y en invierno encendemos las chimeneas. Donde hay silencio, dónde regamos las plantas. Donde tenemos una gran biblioteca. Objetos coleccionados. Fotografías de los abuelos. Y eso, compartirlo con mi familia y con mi compañero.

¿Cómo fueron tus inicios en el arte de escribir? ¿Era tu vocación? ¿Cómo te preparaste?

A través del periodismo local, intentando dar a conocer crónica popular y de proximidad. Empecé escribiendo sobre mi barrio, Sants, y sus tradiciones, leyendas, historias, costumbres. No soy historiador, solo soy periodista y cronista. Y me gusta explicar lo que encuentro, lo que me divierte, que considero interesante, sin filtros y sin querer hacer nada académico.

Hablando de las primeras veces, ¿cómo fue la primera vez que presentaste tu primer libro sobre Sants?

Fue en 2008, creo. Era un libro sobre la Fiesta Mayor de Sants. Quise buscar sus orígenes y llegar hasta nuestros días. ¡Pero encontré tanto material de la fiesta antigua, que el volumen acabó en 1897!

¿Cuándo debutaste por primera vez con la coral La Floresta?

Les hice una entrevista en Sants 3 Ràdio. Me pareció muy interesante su espíritu de pervivencia. Son la coral más antigua de Barcelona en activo. Medio en broma quedamos que iría a probarlo. Y me gustó, y me comprometí a ello.

¿Cómo fue la primera vez que escogiste tu casa?

He vivido en una casa familiar. Con la pareja, hace ocho años encontramos un piso en el barrio de la Marina y para dos nos va muy bien. Aparte, siempre había estado buscando una casa de campo, un poco más grande, donde tener la biblioteca. La encontramos hace cinco años en un pueblecito de 20 habitantes en la Segarra. Vamos los fines de semana. La casa es la que nos escogió.

¿Cómo nace esta pasión por el barrio de Sants y por su historia?

Soy muy curioso, y me pareció que faltaba mucha investigación popular para conocer los orígenes y la evolución del barrio. Como colecciono objetos, obtuve revistas antiguas. Me pareció fascinante todo: los artículos, las opiniones sobre cómo era el barrio hace cien años, la publicidad…

Tú haces rutas para descubrir el barrio de Sants. ¿Qué rincón es tu favorito?

Hay un rincón mágico que aún recuerda el Santos del siglo XVIII, la calle Demòstenes. No es una calle de paso, y me gusta hacerla descubrir a la gente.

Ahora combinas el mundo de la comunicación con la dirección de la Casa de México en Barcelona. ¿Cómo y qué te cautiva de México y su cultura?

Mi compañero es mexicano. Me impliqué completamente, puesto que no es una cultura, son decenas de culturas diversas, con una riqueza y variedad espectacular.

He visitado México ocho o nueve veces, incluso con Núria Feliu, y siempre descubres muchísimas cosas, de la gente y de los paisajes, de los pueblos y de la gastronomía.

Recientemente se ha celebrado Barcelona vive México en el Poble Espanyol organizado por la Casa México. ¿Qué balance haces de la edición de este año?

Muy positiva. Teníamos cierto miedo por ver cómo respondería la gente después de no hacerla por culpa de la pandemia desde 2019. Han pasado más de 20.000 personas, y todo el mundo estaba entusiasmado por recuperar esta fiesta que ya se ha consolidado como la fiesta mexicana más importante de Europa. ¡Os esperamos el año que viene!

Eres un hombre polifacético. Aparte de escritor y comunicador, eres coleccionista de pintores catalanes. ¿Cuál es tu cuadro más querido?

Tengo una pieza del siglo XV, que compré en Estados Unidos, y venía referenciada como de autor catalán. No me costó muy cara, y aquí la valoraron muy bien. Estoy contento de que una pieza catalana vuelva a casa y, por eso, le tengo cierto cariño. También tengo un grabado de Piranesi, que no es catalán, pero sí fue intervenido por Joaquim Renart, con papel de china que a contraluz hace que se iluminen las ventanas, y es precioso.

Hace poco comisariaste una exposición que tendrá también un libro sobre los 175 años del Liceu. ¿Recuerdas la primera vez lo visitaste? Cuéntame alguna anécdota que recuerdes.

Ahora en noviembre saldrá un nuevo libro que he escrito, dentro de la editorial Efadós, sobre los 175 años del teatro. Para mí, el Liceu es nuestra segunda casa. He tenido el privilegio, estos últimos 20 años, de escuchar todavía grandes voces de otras épocas, como Josep Carreras, de Sants como yo, Plácido Domingo en plena forma, y la última ópera escenificada que cantó Montserrat Caballé.

¿Una anécdota? En los camerinos, con Bibiana Fernández, que representaba un personaje humorístico en La fille du Régiment. Nos enseñó su petaca que llevaba siempre con un poco de tequila. Unos días después volvimos, y le regalamos una botella entera.

¿Qué consejos darías a alguien que no entiende ópera y quisiera ir por primera vez?

Que elija un título de los más conocidos, y que se deje llevar por la música. Y si le coge el sueño, que cierre los ojos. Descansar, reposar mientras se ve ópera es necesario e, incluso, dar un cabezazo durante un Wagner forma parte del ritual.

También estás llevando los premios Talent. ¿Cómo ves el talento emergente de nuestra ciudad?

Por mucho que nos intenten destrozar la ciudad o el país, Barcelona, Cataluña, son destinos de personas con talento, y verdaderos huertos en los que aflora en todo momento, ya sea en tiempos de crisis o de bonanza. No sabemos la suerte que tenemos de vivir en Barcelona.

Acabas de llegar de Londres, de rendir homenaje a la Reina Isabel II. ¿Qué vínculo te une a ella? ¿Cómo te has sentido con esa gran pérdida?

Es un personaje único, icónico, irrepetible. No ocurrirá lo mismo cuando muera su hijo, su nieto o cualquiera de los monarcas desastrosos que corren por ahí. Es un icono del siglo XX. Fui por respeto, para experimentar la catarsis colectiva de un pueblo, el británico, que no ha conocido a ningún otro jefe de estado. Hice 14 horas de cola, muy cansadas, pero el momento final es irrepetible. La curiosidad de periodista también me volcó. Quería sentir lo que sentían aquellos millones de personas.

¿Qué es lo que todavía te falta hacer en tu vida?

Un heredero a quien enseñar el pasado, hacerle vivir el presente, hacerle tomar decisiones de futuro, conservar la casa, la tierra, los recuerdos, quienes nos precedieron.

Volviendo a las casas, ¿has vivido en muchas? ¿Qué recuerdos tienes de cada una?

En Barcelona a tres. Todas tienen recuerdos, olores, momentos. Un patio, una terraza, un balcón. Una determinada luz. Unas cenas en familia. Unos bailes en el salón. En Palouet, en la Segarra, tenemos la casa de campo. Es nuestra tara particular al igual que la tenía Escarlata O’Hara.

¿Cómo es la casa de Albert? y la casa de Palouet?
La de Barcelona más estrecha y sin pulso. La de campo, sobre murallas del siglo XIV, como un museo particular que vamos haciendo con lo que nos gusta. Las queremos con luz, con recuerdos, y con objetos que somos nosotros.

¿Qué es lo que nunca falta en tu casa?

Libros, nuevos y viejos, regalados y comprados, de bolsillo y coleccionistas.

¿Qué es lo que más valoras cuando buscas una?
¡Con un piso en Barcelona y una casa en la Segarra tengo suficiente! Pero si tuviera que buscarlo, debe tener historia.

¿Te ves dejando la ciudad para vivir cerca del mar o de la montaña?

Sí, no tendría problemas para vivir al revés. Durante la semana en la casa de campo, y el fin de semana en Barcelona, con cine, ópera, teatro y restaurantes nuevos.

¿Tienes una casa minimalista o llena de muebles?

Una de cada. ¡Todo tiene su rincón!

¿Hay algún objeto que siempre te hayas llevado contigo en todas las casas?

Las toallas rojas burdeos de hilo que llevan grabados los nombres de mis abuelos, de cuando se casaron, en los años cincuenta. Las ponemos en ocasiones importantes.

A la hora de pintar una casa, ¿te gustan los tonos cálidos o los blancos?
Cada casa tiene un color o muchos colores. En el piso de Barcelona, en jornadas de estrés, predominan los blancos y grises. En Palouet hay más amarillos y ocres, algún rojizo, e incluso tenemos el gabinete de curiosidades, con un mural en la pared que representa a una selva entera, y que pintó mi hermano.

¿Tienes un rincón de la casa donde te inspiras para escribir?

Sí, el gabinete, el despacho, en Palouet. Queremos que sea un oasis barroco y exultante de naturaleza y objetos indescriptibles.

¿Eres muy ordenado o tienes tu orden en casa?
No lo soy nada. Pero todo tiene su sitio.

Si volvieras a empezar, ¿te dedicarías a lo mismo y lo harías de la misma manera? ¿Qué cambiarías?
No lo tengo claro. Debería reflexionar muy bien, qué quiero cambiar y qué no. Los errores nos llevan también donde estamos hoy.

¿Qué dirías a los jóvenes que quieren ser escritores?
Que no se preocupen por serlo o no. Que lean y que escriban. Y que todo llegará si es que debe llegar. Ser escritor, y especialmente de novelas, algo que yo no hago, requiere de un talento innato, y de mucha constancia.

¿Cuáles son tus proyectos y retos de futuro?
Seguir trabajando mucho tiempo en cosas que me gusten. Lo que me gusta ahora puede que no me guste en unos años. Ahora pienso cosas que quizá en un tiempo no pensaré. Reivindico siempre el derecho a cambiar de opinión. Y esto está hoy muy mal visto.