Christina Nueno: «Cuando preparamos un piso siempre aplicamos técnicas de ‘home staging’ y cuidamos todos los detalles; la primera impresión es decisiva y la visión femenina ayuda mucho»

A pie de calle, en uno de los diez locales catalogado como emblemático en las Tres Torres de Sarrià se encuentra Chrysol Value Real Estate. Formado íntegramente por mujeres fuertes y empoderadas, rompe con las clásicas agencias inmobiliarias. Christina Nueno es el alma de Chrysol y quiere que su agencia sea ese centro donde conviven personas para unirse y sacar lo mejor de cada una de ellas. Con una gran experiencia, nos habla de cómo ellas unen profesionalidad, experiencia, transparencia, acompañamiento, para dar la mejor repuesta a sus clientes. Cree en el talento de las mujeres, y las quiere posicionar en el sector, destacando el trabajo bien hecho, donde la parte humana tiene un gran peso específico y donde la conciliación y la empatía deben tener un papel protagonista. 

¿Cómo fueron tus inicios en el sector inmobiliario? 

Pues empecé en el sector inmobiliario hace veinte años en Renta Corporación, una multinacional. Bueno, cuando yo entré, éramos muy pocos, pero fuimos creciendo, salimos a bolsa, hicimos una ronda de financiación, después otra y con la llegada de la crisis, antes del concurso de acreedores, decidí marcharme.  

Viví parte de la crisis y antes de irme había ocupado puestos directivos como directora de operaciones, directora de suelo o directora de internacional. Fue una crisis muy dura para el sector. Mucho más que la de la pandemia. 

Me fui a Mango como responsable de expansión y la verdad es que allí aprendí mucho. Entré de lleno en el mundo del retail que era un área que en Renta no había tocado mucho. En Mango me encargaba de toda la parte inmobiliaria, la búsqueda de locales, en alquiler o compra para inversión. Pero se viajaba mucho. Varios días a la semana y todas las semanas del año. La conciliación era imposible. 

Tenía dos hijos y, mi marido en ese momento también viajaba mucho, así que decidí dejar Mango y montar mi propio proyecto, en 2014.  

Al principio compartía oficina con mi hermano para minimizar costes. Y hace 5 años decidí montar mi oficina a pie de calle. Empecé con lo que dominaba, locales, edificios de oficinas y todo lo relacionado con la inversión de los family offices o institucional.  

Me faltaba la rama del residencial, que no la había tocado nunca y me apetecía. Para eso, había que abrir un local en calle, y encontré este local que me encantó. Además, es uno de los 10 locales que hay en las Tres Torres de Sarrià que está protegido por estar catalogado como emblemático. Antes era de un zapatero y tuve que conservar la vitrina y la fachada, pero el resultado es un local distinto de las clásicas agencias inmobiliarias y que va muy en línea a como trabajamos en Chrysol, con encanto, con cariño y con ilusión.  

¿Como fueros los inicios? 

Empecé con una de mis primas, mano a mano, y fuimos creciendo y teniendo más empleados. Y con el tiempo decidí que quería que todas en la empresa fuéramos mujeres. No porque sea una activista feminista, pero sí que tenía claro lo que a mí me había costado poder hacerme un hueco en un sector en que seguían predominando los hombres. Y la verdad es que funcionamos muy bien.  

Hay muy buen ambiente de trabajo y siempre intentamos que todas puedan conciliar su vida personal con la laboral. Si cualquiera tiene una necesidad o una urgencia, puede trabajar desde casa sin ningún problema y, en el caso de las comerciales, se gestionan los horarios de visita como les vaya mejor. Yo no quiero tener a la gente aquí porque sí, prefiero que puedan compaginar su trabajo con su vida personal. 

¿Empezaste en este sector por vocación? 

No creo que fuese realmente por vocación, aunque sí que siempre he tenido la vocación de comprar y vender, pero no específicamente en el sector inmobiliario. Yo voy a un Zoco y me lo paso en grande, disfruto de la experiencia.  

Mi padre empezó trabajando en el Mercat dels Encants con mi abuelo y desde pequeños nos hacía jugar a ser vendedores. ¡Y ahora lo hace con los nietos! Así que, creo que lo llevamos en la sangre. Trabajé en una central de compras, dirigí una fábrica de frutos secos en Navarra y cuando llegué a Barcelona, embarazada de 8 meses, esperé a tener a mi hija para buscar trabajo.  

Cuando me puse en ello, me recomendaron que hablase con Luís Hernández porque era una persona que conocía a mucha gente, tenía contactos y me podía ayudar. Yo fui a que me diera consejo y, para mi sorpresa, me ofreció trabajo. Conectamos enseguida y aunque yo le advertí que no sabía nada del sector, él me dijo que, si sabía comprar y vender, el resto lo aprendería. Aprendí mucho en Renta y me lo pasé muy bien. Éramos una compañía joven y con muy buen ambiente. 

Cuándo decidiste crear tu propia agencia, ¡como la imaginabas? ¿Es esta en la que estamos ahora? 

Podría decir que sí, aunque estamos en constante evolución, siempre con ideas nuevas, siempre reinventándonos. Al principio fue difícil. Yo venía de una multinacional, de Mango, donde si se te estropeaba el ordenador, te daban otro. Si necesitabas algo de marketing, tenías un departamento fantástico que te lo solucionaba y, claro, cuando te pones tu solo, eres el informático y la persona de marketing.  

Y, algo muy importante, todas las decisiones las tomas tú sola. Las buenas y las malas, no como en la gran empresa donde todo se hace en equipo. Pero poco a poco vas tirando adelante. Te acostumbras a la nueva forma de trabajar. Empezamos con pisos, después inversión y locales, que es lo que yo dominaba, y hace poco hemos empezado la parte de administración, porque los mismos clientes nos lo pedían.  

Y he aplicado bastantes conceptos de marketing de mi etapa en el mundo de la moda. Quiero que seamos una agencia moderna en un sector que mucha gente ve como antiguo. Aunque esta percepción, cuando conoces a compañeros del sector, ves que no es cierta. La mayoría, cada cual dentro de sus posibilidades, se está digitalizando, está apostando por el futuro. Está claro que las grandes empresas tienen presupuesto para hacer lo que quieran y que los pequeños hacemos lo que podemos, pero yo prefiero no tener inversores y reinvertir las ganancias en hacer crecer la empresa. 

Reinviertes todo menos un 1 %, ¿verdad? 

Sí, el 1 % de la facturación va siempre a un proyecto solidario. Hasta ahora habíamos apostado por Sonrisas de Bombay por un tema de conocimiento personal y de confianza, ya que la madre de Jaume Sanllorente había sido mi profesora de literatura y sabíamos, con toda seguridad, dónde iba a parar el dinero que dábamos. Además, el proyecto era para brindar educación a niñas de la edad de mi hija, me encantó desde el primer momento. Hemos seguido con este proyecto durante años, pero ahora, por circunstancias de la vida, hemos decidido cambiar.  

Una compañera nuestra tuvo cáncer de pecho y lo vivimos de forma muy directa. Ves que le puede pasar a cualquier mujer. Nos quedamos en shock y, cuando reaccionamos, tuve claro que teníamos que ayudar de alguna forma a todas las mujeres en esta situación. Llegamos a un acuerdo con el Hospital Clínic para donar dinero para ayudar con la inmunoterapia para el cáncer de pecho. 

Háblame de vuestro modelo de negocio. ¿Tenías muy planificado lo que querías hacer o te has ido adaptando? 

Yo soy mucho de planificar. En Navidades me hago una lista de todo lo que quiero hacer en el año que empieza, aunque después, como todos sabemos, pasa lo que tiene pasa. Pero hablando del negocio, tenía muy claro que no quería una inmobiliaria muy grande, porque no tenía los recursos y, además, no era lo que me gustaba. Quería algo muy personal, dar un trato muy bueno a los clientes y que se convirtieran en clientes fijos y que nos recomendaran a sus familiares o amigos. Este es nuestro modelo y nos está funcionando. Nos centramos en aquello que podemos ofrecer, buen servicio, un servicio completo adaptado a las necesidades específicas de cada cliente.  

Ahora, por ejemplo, estamos con unos clientes noruegos que, además de la casa, les estamos buscando los muebles, la asistenta, en fin, todo lo que necesiten ya que ellos no están aquí y este tipo de gestiones son un problema. Tenemos muchos clientes extranjeros, supongo que es porque hablamos idiomas, transmitimos confianza e intentamos que los clientes se sientan cómodos trabajando con nosotras.  

La confianza es fundamental porque mucha gente desconfía de las agencias inmobiliarias por malas experiencias pasadas. Y esto es una tarea que desde el sector debemos afrontar con fuerza. Debemos cambiar la imagen y que la gente nos vea como profesionales en los que se puede confiar. Estamos luchando por este cambio y la labor del proyecto API, con la nueva junta, es fundamental. Lo están haciendo muy bien y yo estoy muy contenta con la profesionalización que están impulsando. 

¿Cuáles son los cambios más notorios que has visto en el sector desde tus inicios? 

Pues la verdad es que hemos vivido tiempos complicados. Nosotras empezamos en 2016 y en 2017 ya nos encontramos con el 1 de octubre, protestas, contenedores quemando en las calles, en fin, un panorama poco alentador que no esperábamos. Y después la pandemia y ahora la guerra de Ucrania. Un montón de sucesos que no controlas y que hacen que el sector, como muchos, sea poco estable. Esto es lo que más ha cambiado y lo que más me inquieta.  

Nosotros no tenemos ingresos recurrentes, fijos cada mes y, por tanto, tenemos que luchar empezando desde cero cada mes, para generar los ingresos necesarios para que la empresa siga funcionando. Todas lo tenemos claro y sabemos que tienes que hacer muchas visitas para cerrar una operación y que, a veces, tienes ese día negro en que se te cae una operación que parecía cerrada y no te puedes hundir, no te lo puedes permitir.  

Nos apoyamos mucho unas a las otras. Siempre tenemos bombones para los malos momentos, siempre celebramos los cumpleaños de todas y cada lunes empezamos la reunión semanal contándonos lo que hemos hecho el fin de semana. En fin, damos mucha importancia a la parte humana y creo que eso nos hace un poco distintas. Pasamos muchas horas trabajando y es importante que lo pasemos bien. 

Háblame de los valores de tu agencia. 

Profesionalidad, honestidad y transparencia como algo fundamental para tener esa credibilidad que antes te comentaba. Y también cierta flexibilidad, dependiendo de las posibilidades de cada cliente, teniendo siempre en cuenta que no somos una fundación y que, por tanto, debemos cobrar por nuestros servicios para seguir adelante. Creemos mucho en la profesionalidad y queremos que la gente, de la misma forma que va a un especialista cuando le duele una muela, acuda a un API cuando quiera comprar o vender una propiedad, porque es un proceso complejo en el que te puedes llevar sorpresas desagradables si no estás bien asesorado.  

Damos un servicio 360º dando toda la información al cliente desde el primer momento, transparencia, los asesoramos si necesitan una hipoteca, los acompañamos en todo momento y les cubrimos las necesidades que puedan tener. Es nuestra clave para que nos recomienden. 

¿Cómo os ha afectado la pandemia? 

No mucho, por suerte. Sí que durante el tiempo de cierre obligatorio se nos cayó una operación importante, pero, aunque no podíamos hacer visitas, teletrabajábamos, nos reuníamos a diario y hablábamos mucho de las cosas que podíamos mejorar aprovechando el parón. Y en cuanto pudimos volver lo hicimos con todas las medidas de seguridad. Potenciamos mucho los tours virtuales, no tanto para cerrar ventas, pero sí para filtrar y evitar visitas innecesarias. Es una muy buena herramienta para esto.  

¿Estabais preparadas tecnológicamente? 

Sí, por la forma de trabajar que ya teníamos, con flexibilidad de combinar el trabajo en la oficina y en casa dependiendo de las necesidades de cada una en cada momento, estábamos acostumbradas al trabajo remoto y todas trabajábamos ya con portátil. Y, ya que no podíamos hacer visitas, nos centramos en cuidar a nuestros clientes, estar más en contacto con ellos y transmitirles que seguíamos ahí. Que cuando todo pasara volveríamos a vernos. 

¿Qué opinas de las nuevas leyes del alquiler y de la vivienda? 

A mí no me gusta que se regulen tanto las cosas. Evidentemente, estoy de acuerdo en que todo el mundo debe tener una vivienda, pero se debe respetar la propiedad privada. Para la mayoría de personas, comprar una vivienda para después alquilarla les supone un gran esfuerzo y si después se les fuerza a alquilarla a un precio que no les da rentabilidad, les estás perjudicando claramente.  

Nadie mira el precio que pagó un propietario cuando compró la vivienda para fijar el precio de alquiler, por ejemplo. Los gobiernos deben hacer políticas sociales de vivienda, potenciar la construcción de vivienda de alquiler social, pero no deben interferir con la propiedad privada. Te sorprenderías de la cantidad de edificios vacíos y de suelo para hacer vivienda social que tienen las administraciones y que no están explotando. No pueden pasar el problema al sector privado porque lo que hacen es desanimar a los inversores y los precios suben. 

¿Cómo has visto la evolución de las ventas de residencial este año? ¿Se ha recuperado el sector? 

El primer trimestre fue buenísimo, pero con la llegada de la guerra, la Semana Santa y las lluvias, se ha parado todo bastante. Pero yo soy optimista y debemos considerar que ahora vienen los meses buenos para el sector, el segundo trimestre es tradicionalmente muy bueno. 

¿En Chrysol creeis en la colaboración? 

En la colaboración al 100 %. A mí me vienen personas buscando algo que no tengo y lo primero que hago es pensar qué compañero de profesión lo puede tener y puede atender bien al cliente. Si, por ejemplo, me piden una casa en el Maresme que es un producto que yo no toco, les refiero a alguna agencia de prestigio de la zona. Yo creo que muchos compañeros trabajan con la misma filosofía y, por tanto, esto te retorna algún día.  

En este aspecto, el Colegio de API me ha ayudado mucho. De tomar las decisiones sola, a poder compartir alguna inquietud con otros compañeros, que te pueden aconsejar o explicar cómo solucionaron ellos un problema, hay un abismo. Es muy bueno ser parte de un colectivo que potencia esta actitud colaborativa.  

¿Cuál crees que debería ser la formación obligatoria para los profesionales del sector? 

Creo que cualquier formación puede valer, no hace falta ser licenciado en administración de empresas, ni nada por el estilo. Lo que sí creo que es imprescindible es hacer un curso de negociación, porque nuestro trabajo va de negociar y de conciliar y, por supuesto, tener inteligencia emocional.  

Por eso me gusta que en la empresa seamos todo mujeres, porque la conciliación es un talento en nuestro trabajo. Estamos en medio, normalmente ni compramos ni vendemos. Nuestro trabajo es entender las necesidades y realidades de las dos partes, evitar que haya conflicto y que se llegue a un punto de encuentro satisfactorio para ambas partes. Y en eso, un curso de negociación te puede ayudar mucho porque, te encuentras a menudo en situaciones tensas, cuando se habla de dinero, y debes aprender a no posicionarte, a no perder los nervios.  

Además de esto, valoro mucho las formaciones de API, especialmente en temas legales porque cambian muy a menudo y debes estar al día, y también en temas fiscales porque impactan mucho una operación y debes dominarlos lo máximo posible. Y por supuesto otras formaciones como el marketing dependiendo del lugar que ocupes en la empresa. 

Háblame de marketing porque es una disciplina muy importante en todo negocio. 

Me gusta mucho y creo que es muy importante, pero la verdad es que a veces me siento un poco mayor con estos temas, ¡no soy nativa digital! Suerte que tengo gente más joven que lleva Instagram, las redes y el blog y lo hacen muy bien. Me o mucho de los jóvenes en este tema porque lo dominan, tienen muy buenas ideas y son capaces de hacer un marketing fresco, que no es fácil.  

Damos mucha importancia a los detalles y cuando cogemos un piso, siempre aplicamos home staging y cuidamos hasta el último detalle, como que haya flores, ventilar bien, poner ambientadores, algunas fotos bonitas y profesionales. La primera impresión es decisiva y la visión femenina ayuda mucho porque, en general, somos mucho más cuidadosas con estos temas.  

¿Qué crees que los agentes inmobiliarios pueden aportar a la sociedad? 

Obviamente, yo creo mucho en los agentes inmobiliarios como profesionales que ayudan a las personas en, seguramente, la inversión más importante de su vida. No entiendo como hay personas que se lanzan a la compra o venta de un piso sin asesoría de un profesional. Es evidente que van a tener que pagar por estos servicios, pero en la mayoría de casos, acabaran ahorrándose dinero y disgustos. 

Han irrumpido en el sector estas empresas que prometen la venta de un piso sin comisiones y la verdad es que me parece que no hacen ningún bien a los compradores y vendedores. Además de que la publicidad es engañosa ya que pagas un fijo por unos mínimos, pero después vas pagando por servicios extra que, con toda probabilidad, vas a necesitar.  

Hay países donde es obligatorio que haya un agente del vendedor y uno del comprador para garantizar que todo se haga bien. Y en nuestro caso, somos parte de API y esto acredita que haremos las cosas como marca la ley y garantiza que tenemos un seguro que cubre cualquier problema que pueda surgir a nivel de responsabilidad civil. Comprobamos contratos, notas simples, te buscamos el notario, te asesoramos legal y fiscalmente, en fin, vendemos un servicio de calidad como buenos especialistas que somos.  

Pero todavía falta que mucha parte de la sociedad valore el trabajo que hacemos.  

En cambio, en el mundo de la inversión de donde yo venía, todo el mundo lo tiene muy claro. Siempre trabajan con asesores y a nadie se le ocurre buscar, por ejemplo, edificios y hacer una operación de particular a particular. No entiendo porque en los pisos no funciona así. 

¿Qué destacarías del actual proyecto de API? 

Sobre todo, en mi caso, que me siento muy respaldada. Siempre que llamo con alguna duda legal o de cualquier otra índole, me atienden de forma inmediata y me dan respuestas. Esto, especialmente para las empresas pequeñas como la mía, es de gran importancia. Y esto es extensible a los compañeros de profesión que he conocido a través del Colegio. Especialmente en temas legales que son super complejos y cambiantes es básico tener este apoyo. También valoro mucho la formación que ofrecen porque es muy concreta y centrada en temas fundamentales como la captación o la negociación. Y pienso también que están haciendo una gran labor para dignificar la profesión y romper la mala imagen que todavía mucha gente tiene. 

¿Qué consejos darías a la gente joven que quiera empezar en el sector? 

Buena pregunta que no es fácil de responder. Creo que es importante que entiendan que no es un trabajo fácil y que en muchos casos tus ingresos dependen de los resultados y, por tanto, no son fijos.  

Que no vengan con la idea de hacerse rico en dos días porqué la realidad es muy distinta. Es un trabajo que te tiene que gustar, en el que tienes que picar mucha piedra y hacer muchas visitas que no llevarán a nada y, por tanto, lo debes sentir y disfrutar. 

En caso contrario, durarán 6 meses como mucho, se decepcionarán y buscarán otra salida profesional. Pero es un trabajo bonito, en el que conoces a mucha gente y en el que cada día es distinto. Tienes que conectar con la gente porque una compra o venta de un piso es una operación que, aunque no lo parezca, es muy emocional. 

Hablemos de proyectos de futuro. ¿Cuáles tienes para este año? 

Ampliar la plantilla en 2 personas porque el día a día se nos come. Tenemos tres áreas de negocio y necesitamos más colaboradoras que nos ayuden. Y también quiero seguir perfeccionando este servicio 360º que damos con una red de profesionales de todo tipo. 

Y, por último, me gustaría retomar algo que ya habíamos hecho, que era comprar pisos para rehabilitarlos y venderlos. Nos encanta esta línea de negocio y la disfrutamos mucho.