En el corazón de nuestra ciudad, en la plaza Universidad, se alza un edificio emblemático, que ha sido testigo de momentos muy importantes de nuestra historia. Hablamos de Fincas Forcadell. Hoy visito a su director general, Ivan Vaqué.
Es viernes y la oficina está en silencio, después de una semana frenética de trabajo, coincidiendo con la vuelta de las vacaciones. Ivan empieza a hablar entre sorbo y sorbo de café. Voy descubriéndolo mientras conversamos y me doy cuenta de que detrás hay un hombre con mucha experiencia, con un largo recorrido y con mil y un aprendizajes. Sabe transmitir las cosas más complicadas, haciéndolas sencillas y llanas, con gran vocación de maestro.
Me ha cautivado con su palabra, con su capacidad de innovar y con un don de predecir el futuro de un sector del que él es un gran conocedor.
¿Cuál es la historia y los orígenes de Fincas Forcadell?
En 1958 Salvador Forcadell y su mujer Carmen Company establecieron la primera oficina de la empresa a pie de calle. Fue en la ciudad de Barcelona, en el núm. 75 de la calle Tallers de Barcelona, en el siglo pasado. Ambos eran de Breda y decidieron venir a Barcelona y empezar una nueva actividad como pequeños constructores. Querían empezar comprando solares de poco volumen para pasar ya en los años 60 a construir edificios de más envergadura. Hay muchos edificios en Barcelona que fueron construidos por ellos.
Primero, vendían o alquilaban pisos a gente que quería vivir, y luego ampliarlo a inversores, que los compraban la propiedad entera. De forma casi natural, empezaron a gestionar estas propiedades, y nació la administración de comunidades. En un inicio solo gestionaban las comunidades de los edificios que construían, pero enseguida empezaron a gestionar otras comunidades, llegando a ser los administradores con la cartera más grande de Barcelona.
De hecho, en aquella época, pararon la actividad de promoción para centrarse exclusivamente en el ofrecimiento de servicios inmobiliarios y propició la gestión de actividades de administración y comercialización de viviendas y locales; primero de las fincas que ella misma construía, pero, muy pronto, también de las de terceros. Progresivamente, la actividad en la empresa se fue ampliando; el servicio de gestión de patrimonios se había completado, también, con la gestión de comunidades de propietarios. La intermediación había tomado impulso y la empresa comercializaba todo tipo de productos inmobiliarios.
A finales de los años 70, Carlos Vila y su mujer Carmen Forcadell tomaron el relevo en la dirección de la empresa familiar y con esta segunda generación la empresa dio un salto evolutivo en cuanto a la profesionalización del negocio, todo asentando los pilares de lo que hoy es la Corporación Inmobiliaria Forcadell. La nueva dirección dio un impulso a la administración de inmuebles y la consultoría, al tiempo que se iniciaba una política de expansión y mejora de servicios que ya no se ha detenido nunca.
Podríamos decir que Forcadell cambió de línea de negocio, ¿verdad?
Sí, totalmente. Pasamos de un negocio donde creábamos algo, lo veníamos y desaparecíamos, a un negocio donde no construíamos nada, pero dábamos un servicio único, en el que teníamos que estar presentes constantemente. Con la premisa de dar siempre un servicio de calidad para garantizar la continuidad de nuestros clientes.
Así que nos centramos en los servicios inmobiliarios, la empresa llevó a cabo un cambio estructural importante en la organización de los servicios con el fin de adaptarse a las necesidades cambiantes del mercado. Por ejemplo, la comercialización de viviendas, la inmobiliaria de empresa, la administración de fincas, la consultoría inmobiliaria y, finalmente, se fue añadiendo la correduría de seguros, la oficina técnica para atender las obras y la asesoría jurídica inmobiliaria, un departamento jurídico especializado en el sector inmobiliario, para poder dar respuesta a los retos que planteaba la legislación, cada vez más compleja.
Y hemos llegado a la actualidad convertidos en una plataforma de servicios inmobiliarios que puede dar solución a cualquier necesidad, siempre que haya de por medio un inmueble. Nos dirigimos a cualquier tipo de cliente, tan empresas grandes, como pequeñas patrimoniales, particulares o vecinos de una comunidad. No somos expertos en finanzas, tampoco somos expertos en legislación, pero todo lo que tenga que ver con un inmueble lo sabemos manejar.
Tenemos más de 60 años de experiencia que nos avalan.
Siempre hablamos de servicio, no de construir un producto y venderlo. Queremos dar servicio a todo el mundo, desde los grandes tenedores que nos confían miles de inmuebles para administrar, pasando por medios y pequeños inversores que tienen activos inmobiliarios para alquilar o comunidades de vecinos de cualquier tamaño.
Hablemos de ti, Ivan. ¿Cuál ha sido tu trayectoria profesional antes de Forcadell?
Yo soy ingeniero técnico industrial y empecé a trabajar en una empresa de productos metálicos sinterizados para la automoción durante unos 5 años. Después, estuve unos 10 años en una empresa de distribución de productos eléctricos y electrónicos, aquí es donde desarrollé mi vertiente comercial. Distribuíamos productos de los principales fabricantes europeos, asiáticos, de Estados Unidos, teniendo la exclusividad para toda España. Yo era asesor técnico comercial y asesoraba equipos de I+D del sector. Viajaba por todo el mundo y me gustaba mucho. La verdad es que me lo pasaba muy bien.
Y un buen día, Carles Vila, que es el Consejero Delegado de Forcadell, me propuso, muy generosamente, participar en la continuidad de la compañía. Y acepté. Pasé por todos los departamentos: venta de pisos, alquileres, marketing, hasta llegar a la posición de director adjunto a la dirección general para, finalmente, ocupó el cargo de director general al cabo de 5 años.
¿Y sentías y tenías vocación por el sector?
La verdad es que no. El sector inmobiliario nunca me había interesado ni preocupado. ¡Nunca había tenido ni una hipoteca! No sabía nada más allá de pagar parte del alquiler de un piso de estudiantes universitarios.
Pero, aunque aparentemente parece una desventaja, gracias a la visión estratégica del Consejero Delegado, Carles Vila, terminó siendo una gran ventaja. Yo venía a la empresa muy fresco, con ideas muy nuevas, no estaba nada influenciado, y tampoco arrastraba vicios adquiridos. La planificación y la experiencia del Consejero Delegado me marcó un camino detallado por ser el 3r relevo generacional en la dirección de Forcadell, y fue un gran acierto que pasara por todos los departamentos de la empresa.
Durante estos más de 60 años, la empresa ha crecido, tanto en sentido literal como en profesionalidad y competencia. Las actuales necesidades directivas de la empresa exigen una nueva dirección con capacidades multidisciplinares y, por este motivo, la dirección también cuenta con el cargo directivo de Gerencia, ocupado por la Sra. Mireia Vila Forcadell, que compagina con el cargo de Directora de Administración General de la Empresa. Sin ella y su gestión diaria sería imposible atender correctamente todas las necesidades del negocio y de la compañía a la vez.
Esta nueva estructura directiva ha permitido centrarme en cómo podíamos ayudar aún más a nuestros clientes. Porque, al fin y al cabo, a cualquier sector o actividad si tú ofreces un buen servicio, los clientes lo compran. Siempre es así.
Y tú entras en el sector inmobiliario en un momento difícil y complicado.
Sí, el momento era muy complicado. Era en 2011, justo después de la crisis y el sector estaba muy tocado. Yo había oído hablar de las épocas gloriosas del sector, de las cantidades impresionantes de dinero que se ganaban. Pero cuando yo entré todo esto ya no existía. De hecho, hasta septiembre de 2014 no se empezó a ver una pequeña mejora. En 2015 y 2016 fueron mejores, pero ya 2019 se nos volvió a complicar con la pandemia.
Pero, incluso en estos años más o menos buenos todo era difícil. El sector estaba muy tocado por la crisis y estábamos muy limitados de recursos.
Para acabar de rematarlo, el mundo estaba inmerso en una revolución tecnológica que el sector inmobiliario se había perdido porque estábamos parados sin recursos ni capacidad de inversión. La única herramienta tecnológica que aprendimos a utilizar eran las tijeras para hacer recortes. Y nos encontramos de repente, en un mundo donde todo estaba digitalizado, todo estaba automatizado. Muchos de los servicios que ofrecíamos ya no tenían ningún valor para que los podías tener el móvil y de forma gratuita. Nos tuvimos que poner las pilas, para ponernos al día, sin hacer grandes inversiones. ¡Y cuando parecía que levantábamos la cabeza nos llegó el COVID!
No ha sido una crisis tan dura para nosotros, comparada con la anterior, que era claramente una crisis sistémica del sector financiero e inmobiliario, pero vaya meses hemos pasado. Hemos trabajado mucho, hemos intentado que nadie perdiera su casa o su negocio, por no poder pagar el alquiler. Hemos hecho mucha pedagogía con los propietarios, para hacerles entender que la gente no podía pagar, que se tenían que renegociar los alquileres. Esta vez, en lugar de ser los causantes de la crisis, creo que hemos sido, o hemos intentar ser, un agente importante para minimizar parte del impacto en las personas y creo que los profesionales del sector podemos estar orgullosos.
¿Cómo se estructura una empresa tan grande como Forcadell?
La estructura que tenemos es muy cambiante. Este sector es cíclico, pero con la complejidad que es imposible saber cuánto durará cada ciclo. Esto hace que tengas que estar preparado para cambiar de forma ágil y rápida. Hay que estar muy atentos a factores que, a veces, no son propiamente del mundo inmobiliario. Se debe observar los cambios en la sociedad, en la economía y en la política, para poder anticiparte y tener tu estructura preparada para la nueva realidad.
Pero para anticiparte, necesitas que tu estructura sea flexible y tu gente también. Aunque tengamos personas especializadas, si son capaces de adaptar su labor a una nueva realidad, las puedes mover de posición y te ahorras tener que despedir gente y hace que la empresa aguante. Piensa que a Forcadell hay gente que hace 25, 30 y 40 años que están. Que tienen un bagaje impresionante y que tienen la capacidad de pasar, de un día ser director de alquileres a ser director de administración al día siguiente, por poner un ejemplo. Esto me permite mover personas de un departamento a otro según nos pida el mercado, sin tener que prescindir de nadie.
¿Cuáles son los valores de Fincas Forcadell?
Nuestro eslogan es «valor de confianza».
Y, realmente, confianza es lo que queremos transmitir. El mensaje que queremos dar es que llevamos muchos años aquí, haciendo un trabajo bien hecho y que no nos hemos ido ni nos marcharemos. Que nuestros clientes pueden confiar en nosotros porque no les fallaremos nunca y haremos nuestro trabajo lo mejor que sabemos, para dar el mejor servicio.
Hablemos de la evolución del sector. ¿Qué cambios has visto en los últimos años?
De momento, te podría decir que he visto una evolución, no una transformación.
Quizás ahora parece que se empieza a ver un principio de transformación y, sin duda, una mejora en cuanto a la profesionalización. Las crisis traen muchas cosas malas, pero siempre algo bueno. En el caso de nuestro sector, nos ha obligado a ser mejores profesionales.
Cuando todo va bien, el producto se vende solo y los precios suben constantemente, no tienes que ser muy brillante para triunfar. Cuando las cosas se complican y se ponen realmente difíciles, los buenos profesionales son los que sobreviven. Creo que actualmente hay muchos buenos profesionales, que saben muy bien de qué hablan y los «vendedores de humo» han desaparecido en gran medida.
¿Y si nos fijamos en el mercado y en los clientes?
En este aspecto hemos pasado por todo. Saliendo de la crisis, aterrizaron los fondos internacionales, los fondos buitre, que empezaron a comprarlo todo, para después ir apareciendo otros tipos de clientes menos expertos y, al final, un poco de todo. Con ello, sí se cumple siempre el mismo ciclo: primero llegan los compradores profesionales, luego los que lo siguen de cerca y, finalmente, la gran masa de gente que sigue por inercia.
Es un sector donde los miedos están muy presentes. Desde el miedo a invertir hasta el miedo de quedarse fuera, de perder la oportunidad. Es curioso porque es un fenómeno perfectamente estudiado, que todo el mundo conoce en el sector, y que se repite cíclicamente.
También lo ha complicado mucho el tema legislativo, la globalización y la internacionalización. Ha hecho que todo vaya mucho más deprisa. De repente, te aparece un fondo internacional y empieza a comprar hasta tener cerca de 30.000 inmuebles en España y se convierte en el principal tenedor del país. Aunque en términos absolutos, no llega ni a ser propietario del 10% del parque de viviendas, aunque nos dé la sensación de que lo han comprado todo.
Ahora tienes la capacidad de saber cuánto vale el piso de encima donde vives o cuánto vale un piso en una calle de Hong Kong. Y, si quieres, con un par de interacciones puedes comprarlo. Va todo muy rápido y es todo muy global. Nuestro sector se ha abierto a todo el mundo.
¿Tenéis presencia en el extranjero?
Actualmente no, pero antes de que yo entrara sí.
Habíamos tenido oficinas en Argentina y Brasil y habíamos formado parte de un grupo internacional llamado Nai. En 1998 la empresa firmaba su incorporación a la red New American International (NAI). En 2000 se promovió la creación de una sociedad compuesta por los principales agentes inmobiliarios de Portugal y los países sudamericanos. Asimismo, se estaba negociando con la agencia inmobiliaria británica Lambert Smith Hampton la formación de una red que integraría prestigiosos agentes europeos y un agente estadounidense, Studley. Ese mismo año se constituía esta alianza bajo el nombre de Global Property Alliance. Se asesoró una transacción hotelera en Berlín, se introdujeron clientes en Nueva York y se asesoró la compra de un edificio de oficinas en Londres.
Era una época en que todo el mundo miraba hacia fuera, en el que la gente iba a hacer promociones en Polonia y otros países. Y nosotros nos aventuramos a estos dos países que te comento.
A nivel del resto de España, tenemos algunas oficinas, pero desde que entré, nuestro foco ha sido la expansión dentro de Barcelona para tener más presencia en los barrios. Nuestro negocio de administración requiere mucha proximidad. También nos hemos reforzado en el área metropolitana, para dar respuesta a estos movimientos cíclicos que se producen donde, de repente, todo el mundo quiere vivir fuera de Barcelona y, al cabo de un tiempo, todo el mundo quiere volver a la gran ciudad. ¡Otra peculiaridad del sector!
Tenemos oficinas en Sevilla, Palma de Mallorca, Gavà, Granollers, en Terrassa y Mollet. Nos estamos planteando abrir una oficina en Sabadell y nos faltaría Mataró para cerrar la corona. Siempre en poblaciones grandes que es donde está el tipo de propiedad a quien nosotros podemos dar un buen servicio. Dentro del plan de expansión también había Lleida, Girona y Tarragona, pero la COVID nos lo ha detenido. Pero acabaremos estando allí.
Esta expansión va muy ligada a que la administración de fincas se está convirtiendo en una «commodity» y al cliente le da igual quién le haga, mientras cumpla unos mínimos de calidad y, por tanto, la única manera de hacer el negocio rentable es adquiriendo mucho volumen para poder implantar tecnología y flujos de trabajo que te permiten dar un servicio muy competitivo. Pero esto solo es asumible económicamente si tienes una masa crítica de clientes lo suficientemente grande para que el coste quede repartido.
¿El trabajo de administración aún requiere de pisar mucho la calle?
Es una mezcla entre muchas tareas que se realizan de forma automática, sin intervención humana, porque si no no serían asumibles a nivel de coste y no serían escalables. Siempre necesitamos a nuestros profesionales tratando con las personas, con empatía cuando tienen un problema, haciéndoles sentir que no son números y, por ello, debemos sacar de encima todo lo que pueda hacer una máquina.
Han sido tiempos difíciles. ¿Cuál es el secreto para superar las crisis?
Bueno, restringiendo mucho los costes, apretándonos el cinturón y no gastando en nada que no sea estrictamente necesario. En tiempos de crisis, si quieres mantener el equipo, no perder tu gente que es lo más importante, lo que necesitarás para superar este periodo malo es dejar de gastar en cosas no necesarias. Hay que ser fuertes, y aguantar. Resistir y seguir dando un servicio de calidad a tus clientes.
Forcadell siempre ha sido referente en la aplicación de las nuevas tecnologías. ¿Cómo ha vivido el proceso y cómo ha afectado a su manera de trabajar?
La verdad es que el proceso no ha sido tan rápido como hubiera querido. Cuando llegué, viniendo del mundo de la tecnología, me encontré que no había nada, ni un CRM decente. Todo era muy artesanal. El sector estaba experimentando una sacudida por la irrupción de la tecnología como muchos otros sectores. Yo tenía claro que el mundo inmobiliario podría ser uno de los primeros en caer sino se adaptaba. La pandemia ha provocado que todo se frenara un poco y nos diera una oportunidad. Un frenazo que nos ha permitido intentar subirnos al carro.
Teníamos muy claro que la apuesta por la tecnología era imparable e intentamos buscar el talento dentro de la organización, pero la verdad es que después de casi un año de crear equipos multidisciplinares, nos dimos cuenta de que aquello no funcionaba. Buscamos gente de fuera, expertos en tecnología y creamos un departamento de I+D. Trabajaban tecnólogos con gente de la casa. Pero tampoco dio frutos porque hablaban idiomas diferentes.
Finalmente, decidimos separar los dos mundos, con la creación de una empresa externa: Innomads. Entonces sí que empezaron a aparecer cosas interesantes como la App Click for Rent, donde los propios propietarios se podían administrar las propiedades, o Shopinion, para captar qué negocio quería la gente de un barrio, cuando un local se quedaba vacío.
La apuesta por la disrupción tecnológica se incrementó en 2017 con la creación de nuevos proyectos digitales de carácter innovador y orientados hacia la mejora de la experiencia del cliente. Además de la consolidación de la plataforma Shopinion, Forcadell desarrolló en colaboración con Stockcrowd un proyecto de crowdfunding inmobiliario: myFunding. A través de esta herramienta digital, cualquier inversor -profesional o no-, puede participar en proyectos de inversión inmobiliaria gestionados por Forcadell.
Con este enfoque externo, se creó en paralelo Innomads como hub de innovación para promover el desarrollo de soluciones disruptivas generadas por startups en el ámbito inmobiliario.
A nivel de gestión interna, Forcadell apuesta e impulsa el talento a través de lo que se conoce como employer branding, promoviendo el bienestar y el engagement de los empleados, así como la retención del talento y reclutamiento de nuevos perfiles potenciales. Apostamos también por la formación interna con el curso de inmersión corporativa y el de lengua inglesa. En la vertiente más humana y dentro del ámbito de RSC, Forcadell participa en una nueva edición de la caminata solidaria Magic Line, impulsada por el Hospital Sant Joan de Déu y en Navidades, Papá Noel visita las oficinas centrales. En el ámbito de Inmobiliaria de Empresa, apostamos por el coworking -espacios de trabajo flexibles-, y tenemos primeros acuerdos de colaboración con operadores de la envergadura de Atticco, Utopicus o WeWork, entre otro.
Fueron buenas iniciativas, pero vimos enseguida que la inversión para poner una startup en marcha era muy grande y decidimos buscar inversores externos. Esto fue difícil también, porque lo que perseguían los inversores externos eran resultados rápidos, y lo que perseguíamos nosotros, mejorar el sector, no estaban alineados. Y raíz de ello nació Sprint, como vehículo de inversión en las startups que vemos interesantes para nuestro negocio, junto con otros inversores.
Fue entonces cuando abrimos Innomads a otras empresas del sector como Finques Bourguois, Aureli Mas i Fill, Anzizu y Amat entre otros. Y ahora, seguimos buscando otros compañeros de viaje que quieran sumarse en este I+D compartido.
Pero si algo bueno ha salido de todo esto, y que era uno de mis objetivos, es la de colaborar con los que antes vemos como competidores para poder hacer cosas juntos, compartir información y evolucionar juntos. El siglo XX fue el siglo de la información, el XXI es el de la colaboración, para que la información la tiene al alcance todo el mundo, y más en este sector.
Con la pandemia hemos visto como, desgraciadamente, muchos locales comerciales se quedaban vacíos. ¿Cómo se ha vivido esta situación?
Bueno, de hecho, los locales comerciales ya empezaban a estar tocados antes de la pandemia, con la aparición de los e-commerce y otros factores. Pero si miras los datos reales, más allá de percepciones, verás que los 84.500 locales que hay aproximadamente en Barcelona, unos 16.000 siempre están vacíos por diferentes motivos. Con la primera ola, esta cifra se duplicó y llegamos a los 32.000. Era realmente preocupante. Ahora parece que la cosa se va poniendo en su sitio.
No debemos olvidar, además, que somos una ciudad turística, con mucha vida en la calle y que el sector poco a poco se reactivando. Un punto muy importante son los inversores, que siguen invirtiendo en locales.
Una cuestión que me tiene intrigada. ¿Cómo conseguís sobrevivir, con la competencia de las grandes multinacionales del sector con presencia en Barcelona?
¡Muy buena pregunta! Nuestra situación es delicada porque somos grandes si nos comparamos con los pequeños del sector, pero ante actores como Savills, CBRE, JLL y similares, somos pequeños.
La verdad es que ellos hacen operaciones muy grandes porque tienen clientes internacionales como Amazon, con los que han firmado exclusivas a nivel mundial, que quedan todavía lejos de nuestro alcance. Nosotros somos muy fuertes en nuestro territorio, esto nos permite colaborar con ellos, para dar servicio a estos clientes defendiendo sobre todo la posición de los propietarios locales.
Nos encontramos en un segmento de mercado que es pequeño para los grandes y grande para los pequeños, y es donde encontramos nuestro espacio. Por ejemplo, en oficinas, nosotros trabajamos alquileres de oficinas de cientos de metros cuadrados. Los alquileres de miles de metros y ubicaciones prime son terreno de las grandes. Y la gran mayoría de oficinas, que están por debajo de los 100m2 son a menudo gestionados por pequeños API o administradores.
Nosotros trabajamos principalmente con el 20% del mercado del parque de oficinas, donde encontramos un tipo de cliente al que podemos dar mejor servicio que nadie.
Y sobre todo tenemos en cuenta algo muy importante, que las grandes en cierto modo nos envidian, envidian la proximidad con el cliente que nosotros tenemos. Esta proximidad lo hemos ganado tanto por la larga tradición de la empresa, como por la diversificación de servicios y soluciones.
¿Cuál crees que debe ser la formación previa para dar respuesta a las necesidades reales del sector, con buenos profesionales?
Uno de los grandes problemas de este sector es que no tiene una barrera de entrada y, por tanto, cualquiera puede entrar a trabajar. En Cataluña aún, porque si miras al resto de España es realmente preocupante. Cualquiera se pone a hacer de intermediario. Nos encontramos con mucha gente muy poco profesional, que no saben lo que hacen y que cometen errores muy graves, con gran perjuicio para los clientes. Y casi siempre es por desconocimiento, no por maldad.
La formación existe, pero no la obligatoriedad de cursarla y esto es un gran problema.
¿Qué crees que aportan los profesionales inmobiliarios en la sociedad y cuál crees que será su rol dentro de 10 años?
Es muy difícil hacer predicciones a 10 años en cualquier sector, pero en el inmobiliario es aún más difícil. Lo que tengo claro es que no tenemos que seguir haciendo lo mismo que hemos hecho hasta ahora.
Muchas de las cosas que ofrecemos, que antes tenían un valor para el cliente, ahora ya no lo tienen. Si, por ejemplo, seguimos pensando que somos los únicos que sabemos que hay un piso en venta y que somos capaces de ponerle un precio, estamos en otro planeta. Hoy en día, existen herramientas de geolocalización y tasación que te encuentran un piso donde quieras y te dan un precio con un margen de error muy pequeño. Tenemos que seguir dando valor, valor de verdad, consiguiendo que las operaciones se hagan más rápidamente, de forma más sencilla y, sobre todo, más segura, si nosotros las asesoramos.
Una operación se puede hacer sin que haya un consultor por medio. Por lo tanto, solo tiene sentido la figura del asesor o consultor inmobiliario si añade valor a las operaciones. Nuestro valor es esta garantía que como profesionales haremos que las operaciones salgan adelante en beneficio de los implicados, sin sorpresas y con seguridad. El mundo empresarial está lleno de trucos y trampas, aun así, hay bondad y aportaciones positivas cuando se construye con voluntad de mejora.
Hablemos del colectivo API. Ahora que formas parte, ¿cómo ves el proyecto?
Como te comentaba antes de empezar la entrevista, eran un ente que nunca me había interesado en absoluto, ya que lo veía antiguo, poco transparente y que no aportaba nada al sector. Con el último cambio y la llegada de Gerard Duelo y su «revolución», todo ha cambiado y, por eso, decidí unirme el proyecto.
Estoy muy animado con el proyecto porque creo que es necesario. Debemos dotar de transparencia y seriedad la profesión y, no para ganar más dinero, sino para poner en valor todo lo que se hace y dignificarla. Y, sobre todo, que lo que se haga, sea bien hecho.
Creo que vamos por el buen camino. Estamos utilizando la tecnología y con transparencia, que para mí es clave: «puedo explicar lo que hago porque no tengo que esconder nada».
¿Qué dirías a los jóvenes que se quieren incorporar a la profesión?
Es un sector donde está todo por hacer, donde se puede cambiar todo y hay que renovar.
Especialmente les diría que es como cualquier otro sector, donde tienes que entrar porque te gusta, pensando en dar un buen servicio y olvidándote del dinero fácil, que no existe. En resumen, céntrate en hacer las cosas bien, acepta el grado de sacrificio que cualquier oficio tiene, sé un profesional y honesto, y el dinero ya llegará.
Les daría el consejo que a mí me hubiera gustado recibir: si eres de los afortunados que ganan dinero en esta profesión, invierte en activos que generen ganancias y, no en motos y coches y otros gastos, que hacen que los ingresos desaparezcan, sin planificar el futuro. Porque hoy puedes estar ganando mucho y mañana nada.
En ese sector hoy está todo por hacer y el componente tecnológico es la herramienta sobre la que construir, por lo tanto, a los jóvenes les conviene formarse y trabajar sobre las nuevas tecnologías que están ya cambiando el mundo.
Hablamos de futuro para terminar. ¿Qué proyectos tenéis sobre la mesa?
El primero, retomar la expansión que nos quedó congelada con la pandemia y, después, lo que ya te he comentado, seguir creciendo en la parte de administración para llegar a ser una gran empresa en esta actividad, con muchos clientes y sobre todo muy satisfechos.
Y eso pasa por aplicar tecnología, automatizar procesos y establecer vínculos con otras empresas de administración y servicios inmobiliarios en general.