Jessica Expósito: «Soy muy viajera, me gusta ver mundo, pero siempre necesito volver a casa»

He quedado con Jessica Expósito en una terraza de rambla Catalunya. Justo acaba de llegar de Dubai, de viaje de trabajo, vuelve exultante de felicidad y alegría. A muchos de nosotros nos conquistó desde el primer momento que la vimos, como profesora de la Academia de Operación Triunfo. Siempre con una sonrisa en la cara, sabe animar y sacar el talento de cada persona y, sobre todo, es una persona buena, valiente y luchadora. Han pasado los años, pero ella no pierde la luz y la alegría que la caracteriza. Es cercana, cariñosa y siempre dispuesta a darlo todo. Tenerla a tu lado transmite la paz y la serenidad de esas corredoras de fondo que buscan su lugar en el mundo sin olvidarse nunca de los demás.

¿Cómo te defines?

Soy una persona muy familiar, muy sociable, extrovertida y cariñosa. Me considero una persona justa; las injusticias ni las aguanto ni me gustan. Soy muy sensible y me gusta compartir y ayudar a los demás para que logren sus objetivos. Me encanta viajar, soy muy inquieta y muy activa. Y no puedo estar mucho tiempo en un mismo sitio. Me gusta conocer gente nueva, pero al mismo tiempo soy muy familiar. Cuando estoy en casa soy feliz, pero también necesito salir y expresarme. Disfruto de mi profesión, de la música y el baile, y creo que son herramientas de expresión que permiten que la gente sea feliz.

El objetivo de cada persona que viene a entrenar conmigo es diferente, pero de alguna forma, pienso que cada uno de ellos viene a buscar la felicidad.

¿Qué es lo que no te gusta tanto de ti misma?

Pues te diría que soy muy indecisa. Hay cosas que las tengo muy claras, pero si tengo que tomar una decisión que implica a personas de mi entorno, me cuesta dar el paso. Soy decidida en el ámbito profesional, pero a nivel emocional me cuesta priorizarme, a veces, y todo esto me afecta.

Unos años atrás, te hubiera dicho que era muy impaciente, demasiado, pero soy muy paciente, sobre todo con los temas profesionales.

¿Has cumplido tus sueños?

En mi vida, normalmente todo me ha llegado de forma muy fluida. Siempre he tenido sueños, pero me he ido dejando llevar y todo ha ido llegando. Creo la clave ha sido precisamente eso, dejarlo fluir todo y poner toda la energía que tengo.

¿Qué es para ti tu casa o tu hogar?

La casa es la base. Soy muy viajera, me gusta ver mundo, pero siempre necesito volver a mi casa. Tengo dos bases, la casa de Barcelona y la otra base es la de Puigcerdà, donde he crecido y he vivido con mis padres desde pequeña. Siempre que puedo me escapo porque allí encuentro el amor, la tranquilidad y la serenidad, y la familia.

Casa es donde tú estás a gusto, tu refugio.

¿Cómo descubriste tu vocación?

Ya desde pequeña, en mi casa siempre decía a mis hermanas y primas: ”Tengo un baile, tengo una coreografía, quiero enseñároslo”. No sé de dónde me venía esa afición. Me gustaba mucho la música, no había estudiado danza, pero sí hacía mucho deporte. Mi padre nos lo inculcó desde pequeños, ya que él hacía fútbol, ​​ciclismo, tenis… allí en la Cerdanya.

Entonces, cuando empecé a hacer jazz en una escuela de Puigcerdà descubrí que me apasionaba expresarme con el movimiento. Me sentía muy bien. Y empecé a dar clases a niñas pequeñas y, con solo 15 años, sustituí un instructor en una clase de steps en el gimnasio donde trabajaba mi hermana. Después me introduje en la gimnasia deportiva.

¿Y tus padres te apoyaron?

Cuando descubrí que este mundo del baile, de la música y del fitness me apasionaba, mis padres me dieron todo el apoyo para que me dedicara a esto. Yo venía en tren a Barcelona, ​​a estudiar, a formarme, y más tarde estudié Educación. Como me gustaban mucho los niños y la docencia hice la especialidad de Educación Física.

¿Y después empezaste a trabajar?

Sí, compaginé los estudios con el trabajo, con 17 años trabajaba en el gimnasio Dir —solo había tres en aquella época. Y después empecé a introducirme en congresos de fitness. Todo muy lentamente. No existían las redes y, por lo tanto, todo funcionaba a través del boca-oreja y tenías que demostrar que valías sudando la camiseta. La gente me recomendaba y yo tenía cada vez más trabajo. Poco a poco empecé a crecer en el mundo del fitness y del baile.

En ese momento, en Puigcerdà se traspasó el gimnasio y mis padres se lo quedaron.

Yo fui un poco autodidacta y empecé a dar clases con mi hermano, mi madre estaba en la recepción. Fue una época muy intensa. Cuando vine a Barcelona, ​​traspasaron el gimnasio.

Sin embargo, tu no paraste y continuaste buscando tu lugar.

No, esto nunca. Poco a poco tuve claro que quería dedicarme a ese mundo. Hubiera podido elegir el baile, o el aeróbic de competición, pero vi que no era competitiva. La competición tiene esto, te lleva a los límites. No era lo que yo buscaba, quería algo más saludable y la docencia y la enseñanza me llenaban mucho más.

¿Y así empezaste a viajar?

Sí, en 1997 había unos concursos, que todavía se hacen, que te daban la oportunidad de crecer y consistían en que el instructor que quería presentaba un proyecto. Yo tenía 18 años, y presenté unas clases de fitness, en concreto una de steps y otra de baile. De todos lo que nos presentamos quedamos 5 finalistas, yo entre ellas.

Fue para mí un paso muy importante. Ya que este hito me abría la puerta a ir a muchos congresos y viajar. Con 18 y 19 años ya estaba trabajando en México en diferentes eventos, y con 20 años me fui a China. Me llamaban para dar estas ponencias y enseñar mi formato de clase.

Ahora hay muchos programas cerrados como Zumba. Pero en esa época tenías que ser tú mismo quien creaba un estilo propio, autodidacta, y no te daban tantas herramientas. Entonces tú tenías que crear tu propia metodología.

¿Y así llegaste en Operación Triunfo?

En aquel momento, Tinet Rubira, director de Gestmusic, buscaba a alguien del mundo del fitness, para el programa de Operación Triunfo. Buscó en Google y me encontró. Me dijo que le sorprendió que me hubiera movido tanto, siendo tan joven. Entonces, contactaron con mi hermano, porque él estaba participando en un programa llamado Hotel Glam, donde dirigía clases y se hizo conocido a raíz de haber aparecido en un reportaje del Entrelínies de TV3. Más tarde me explicaron que había sido Gloria Galeano quien se había fijado en mí.

Yo estaba trabajando en Italia y envié mi currículum rápidamente. Tenía 24 años, me presenté a la entrevista y me escogieron para formar parte del programa. Fue un sueño para mí y lo viví muy intensamente.

El año que entré de profesora de la Academia era una edición especial, la del 2005, ya que habían hecho el cambio de canal, y entró Risto, Pablo López, Soraya. Conocí a todos los cantantes de la primera edición, Rosa…. Y los otros.

Fue un año muy intenso, ya que yo daba clases por las mañanas, y por la noche en la tele. No quería dejar nada. Pensaba que salir en la tele era muy importante, pero no quería dejar mis clases rutinarias de todos los días, ya que no quería apartar mi realidad del día a día. La tele era un sueño y no sabía hasta cuándo duraría. Terminaron siendo cinco años maravillosos.

Y allí te diste a conocer con la Batuka.

Kike Santander, que era el productor de la Academia de OT, un día me dijo: “Que te parece si creamos, un concepto nuevo con tus coreografías y mi música” y así surgió Batuka. Fue un fenómeno imparable. ¡De las cosas más importantes que me han pasado en mi vida!

El otro día puse un post sobre esa época y me escribieron pidiendo hacer cursos de formación de Batuka, pero desde el 2010 que ya no existe. Fue una gran pena y una gran pérdida. De estas cosas que te pasan y aprendes mucho.

¿Y después llegaron otras oportunidades?

Sí, por supuesto. Ahora estoy con Zumba, cuyo formato tiene un contrato de más de veinte y seis páginas con leyes de Florida. Por el camino dije que no a un proyecto que me ofrecía Universal, sobre Latin Hip. Me hubiera encantado, pero, por una parte, sentía agradecimiento y respeto porque Zumba ya me había contratado y, por otra, me sabía mal porque era la competencia de lo que era Batuka, y me dolía. Puse por delante la ética.

Hacer lo que hago me ha abierto muchas puertas como imagen de Reebok y otras marcas como Nike. Me siento muy agradecida por todo lo que he vivido.

Hablemos de primeras veces. ¿Cómo recuerdas la primera clase de fitness en Puigcerdà?

Ahora cuando pienso en esa primera clase sé que podía haberla acabado de otra manera. Dije «ya está» y tan feliz. Ahora con la experiencia, lo haría de otra forma, de una forma más expansiva.

También recuerdo que noté que me apasionaba y quería dedicarme al mundo de la enseñanza. Estaba un poco nerviosa, aunque todavía me pongo ahora siempre que empiezo a dar una clase. Por muchas veces que lo hagas, siempre tienes ese pequeño miedo dentro.

¿Y la primera vez que escogiste una casa?

Cuando dejé Puigcerdà vine hacia aquí, a compartir piso con un amigo de mi hermano, que estaba estudiando. Yo alquilaba una habitación donde estaba durante la semana y al fin de semana volvía a Puigcerdà.

Al cabo de unos años, tomamos la gran decisión con mi hermano de comprar un piso. En ese momento era un paso enorme, para mí, porque en el fondo pensaba que me estaba hipotecando de por vida. Nuestros padres nos ayudaron mucho. Luego te das cuenta de que esa casa es tu espacio, que tienes algo propio, que inviertes en algo que será tuyo. Tiene sentido porque no tiras el dinero. Aquella casa pasa a ser tu espacio, que te apetece decorar para sentirte cómoda y bien.

Con tu trabajo ayudas a mucha gente a sentirse mejor con su cuerpo.

Sí, me siento afortunada porque el comentario final de la gente que asiste a mis clases es: «Qué bien me lo he pasado» o «qué bien porque este rato no he pensado en nada más» o «me hace feliz poder dedicarme un rato para mí”. La gente no viene a mis clases para perder uno o dos kilos, sino para disfrutar de la experiencia.

En la sociedad que vivimos, mucha gente se centra en la estética y, en cambio, lo que yo quiero proponerles es salud, que la gente se sienta saludable, ya que así mejorarán la calidad de vida a largo plazo. Yo no valoro a un profesor por su imagen, sino por su magia, por cómo da la clase y cómo trata a sus alumnos.

Y esto es lo que quiero que mis alumnos encuentren en mí.

Y el trabajo te ha llevado a viajar por el mundo, ¿verdad?

Sí, es una de las cosas que más me gusta de mi trabajo y he aprendido a descubrir las características de cada país, el respeto a cada cultura.

He estado en Portugal, muchas veces en México, China y Taiwán, Japón y muchos otros. En cada uno de esos viajes escribía un diario. Con el tiempo, releerlos ha sido un regalo muy emotivo.

Algo curioso es cómo cada uno vive la experiencia del baile. Mientras que en Latinoamérica todo son gritos al terminar la clase, en países como Alemania, o ciudades del norte de Europa, no son tan creativos, pero cogen las coreografías y los movimientos con mucha rapidez y conciencia. En Japón, ahora que hago el flamenco flow, son unos fans y cogen los movimientos con perfección absoluta. Cuando fui a la India vi como cada uno bailaba mucho a su estilo, pero con mucha energía, ya que ponen toda su alma. Me trataron con mucho cariño y atención.

En cambio, en Rusia, por ejemplo, quieren bailar sin querer tener mucho contacto. Tenían que bailar bachata con parejas y fue imposible. Brasil alegres, como ya imaginaba. En Estados Unidos, nuestra cultura puede aportarles muchas cosas de que carecen. En Abu Dhabi, Dubai, es curioso porque van muy tapadas, las clases separan a hombres y mujeres y, a veces, incluso se detienen las sesiones si es la hora de la oración.

Algo que digo cuando doy formaciones a nuevos monitores es que en cada clase hay mucha variedad, muchas formas de expresarse, y que hay que respetar el hacer y el ser de cada uno.

¿Has pensado en crear tu propio concepto de fitness?

Lo tengo en mente, puesto que me gustaría poder transmitir mi filosofía de vida. Quizás a veces la gente solo conoce mi vertiente pública y también me gustaría contar mi experiencia. Mi hermano lo ha hecho con su concepto XT29 y ha escrito un libro. Yo lo tengo pendiente.

¿Qué recuerdos guardas de las casas en las que has vivido?

De Puigcerdà, recuerdos de familia, valores, lo que realmente soy yo lo he construido viviendo ahí. De Barcelona,  los primeros años fueron muy duros, lloré porque me sentía sola, pero con el tiempo aprendí a ser responsable. No quería depender de los padres y quería trabajar para salir adelante. Me hice mía la ciudad y me empecé a sentirme libre y tener oportunidades.

Madrid fue una locura, y algo estresante.

Miami, fue muy cultura fitness, sol, playas y, a veces, todo parecía algo superficial. Intentamos poner en marcha Batuka. Estuvimos seis meses allí, pero no terminó de funcionar.

¿Qué es lo que más valoras cuando buscas una casa?

Siempre miro la energía que siento cuando entro. Valoro mucho las casas prácticas, pero a la vez confortables. Que haya luz, con mucho espacio y sin muchos adornos.

¿Te verías dejando la ciudad para vivir cerca del mar o la montaña?

Ahora de momento no porque me encanta el fervor de la ciudad. Pero en un futuro seguro que sí.

¿Minimalista o una casa llena de muebles?

Me gustaría que fuera minimalista, pero ahora está llena de cosas.

¿Eres más de pintar la casa blanca o con tonos cálidos?

Ahora la tenemos con tonos cálidos, con colores suelo claros. Mi padre ha sido pintor toda la vida y es él quien elige los colores y tonos de casa.

¿Eres ordenada o tienes tu orden?

Yo creo que sí, pero tengo mi orden. Lo del orden es relativo, depende con quien te compares. Yo soy muy práctica. Sé dónde lo tengo todo, pero no me considero muy organizada.

En mi trabajo sí que soy superorganizada, con la maleta, con el material… Cuando doy clases siempre lo llevo todo bien ordenado, con ropa de repuesto. ¡Incluso algo que hago es maquillarme y arreglarme porque creo que al gimnasio también hay que ir bien guapa! Hay que ir bien vestido con conjuntos chulos, también es una forma de cuidarte.

¿Cómo escoges la música?                 

Elijo aquellas que me inspiran. Intento poner siempre músicas que transmitan algo, sobre todo cuando hago flamenco o mejor dicho flamenco flow. Creo que la música tiene que emocionar. Intento buscar un poco de todo.

¿Cómo te inspiras para las coreografías?

Me preparo las coreografías con mucho tiempo. Pero me ocurre algo curioso. Siento la música y sé qué movimientos hacer o qué expresión es la más adecuada. Es algo innato.

¿Y tus proyectos de futuro?

Para este año, quisiera que se consolidaran los proyectos que tengo: el Zumba y el Flamenco Flow. También queremos hacer el lanzamiento del P13fit, que es un método de entrenamiento creado por Jose Manuel Pinto, y mi hermano y yo somos cofundadores. Sabemos que necesitamos hacer mucho marketing para darlo a conocer y tener más seguidores.

Quiero que todo se calme y, poco a poco, volver a viajar que es lo que más me gusta.