Pienso que hay poca gente que no conozca a Màgic Andreu. Él, para aquellos que ya tenemos una edad, fue una inspiración por su buen humor, por su magia y por su forma de hacer. Entró en nuestras casas a través de la televisión, con sus super medallas, y esas manos que hacían realidad todo lo que nuestras mentes podían imaginar. Pero, fuera de los escenarios, es una persona brillante, cercana y con gran corazón. Cada día sigue inventando nuevos trucos para fascinarnos y emocionarnos, haciéndonos creer que la magia es el puente entre lo visible y lo invisible, entre el pensamiento y el corazón.
¿Cómo te defines?
¡Vaya, buena pregunta! Me defino como una persona enamorada de la vida, como una persona que la ha vivido. Te diría que me defino como un ilusionista de la propia vida.
¿Qué es para ti el hogar?
Es mi templo. Creo que los hogares deben ser los templos de las familias o de una persona. Allí donde se reúnen las cosas buenas y las que no lo son tanto. Donde se solucionan los problemas, donde se llora o se ríe. Creo que es parte del corazón de cada persona.
¿Cómo descubriste tu vocación?
Sinceramente, ¡por error! Yo había hecho teatro toda mi vida y en un espectáculo quise hacer magia y, por error, me cayeron todas las cartas en el suelo y la gente empezó a reír como locos. Como resultado, me contrataron durante todo un mes. Solo para que echara las cartas al suelo. Esto ocurrió en un pub que se llamaba Els Ninots de Mataró. Y a partir de ahí, comprendí que la broma es algo muy serio. Y tiré por ahí.
Hablemos de primeras veces. ¿Cómo fue tu primera vez sobre un escenario?
¡Es esta que te comentaba de Mataró! Llegué allí por un amigo que había hablado de mí y me cogieron. Fue una experiencia nefasta, si lo miras desde el punto de vista artístico, pero fue una suerte para mí.
¿Y la primera vez en televisión?
Fue en un programa que se llamaba “Gent d’Aquí” de TV1, ¡pero de eso ya hace 42 años! Seguí mucho tiempo en TV1 y después pasé a TV3.
Fue Àngel Casas que me descubrió en un primer momento y, posteriormente, Joaquim Maria Puyal, se puede decir que me redescubrió. Luego ya tuve mi propio programa que se llamaba “Això és màgia” que fue un éxito y seguí durante 15 años vinculado a TV3. Y todavía ahora, que ya paso de los 70 años, sigo haciendo magia, sigo trabajando.
¿Y la primera casa que escogiste tú mismo?
La primera de verdad no la elegí, era un pequeño apartamento de mi tía, donde me instalé. Luego sí que pude escoger y escogí una en el Montseny, donde he vivido 35 años y que, realmente, era lo que yo quería, era lo que me gustaba.
Aunque, sinceramente, yo creo que las casas te eligen ellas a ti y esta me eligió y estoy encantado de todo lo que me ha dado.
Has viajado mucho y mucho por trabajo. ¿Cuáles son esos lugares que recuerdas especialmente?
Recuerdo mucho la época de los 80 en Estados Unidos, como una experiencia fantástica, también Rusia o Noruega. Realmente, pienso que tener la posibilidad de descubrir cualquier sitio es un regalo maravilloso.
Tú que conoces muy bien los festivales de magia de todo el mundo, ¿cuál crees que es su situación actual?
Es muy buena. Este año el Festival de Magia de España se celebra en Valencia y allí nos reunimos todos los magos. Hay conferencias, intercambiamos experiencias, juegos, y se puede comprar magia. Hay muchas cosas nuevas, nuevas técnicas. Es un mundo en el que se está innovando muchísimo.
A ver qué piensas de eso tú que has sido el presidente de la Sociedad de Ilusionismo de España. ¿Crees que los jóvenes deben irse fuera para tener oportunidades?
Yo creo que no. Pienso que España es un país de oportunidades, no hace falta ir a América. Lo fundamental es que seas una persona que tengas mucha fe en ti mismo, mucha ilusión en lo que haces y que sea lo que a ti te gusta, lo que te enamora.
De este modo, no hace falta ir a ninguna parte. Este es un país que si crees en lo que haces y eres bueno, puedes llegar a ser un número 1.
¿Y en el sector de la magia?
El nivel de magia del colectivo español es muy bueno, sobre todo en magia de proximidad. Quizás en el escenario los americanos son mejores, pero en la distancia corta, nosotros somos muy buenos.
¿Y qué piensas de espectáculos como el del Mago Pop, eso es magia?
Sí, es otro tipo de magia, pero es magia. A mí me gusta más la magia de proximidad, pero reconozco que lo que hace el Mago Pop, por ejemplo, es bestial. Es uno de esos magos que los otros magos se cargan, pero yo pienso que es por pura envidia. Un chico de una familia humilde, de un barrio de Barcelona, que llegue a ser un número 1 a nivel mundial… es para quitarse el sombrero y aplaudir, más allá de si el tipo de magia que hace te gusta más o menos.
Durante años has estado docente, impartiendo clases de comunicación. Esta faceta tuya quizás no sea tan conocida.
Sí, doy una asignatura en la UPC en Terrassa y en Barcelona a los estudiantes de último sobre el ilusionismo como medio de comunicación. Creo que es una asignatura muy interesante, de libre elección y muy interesante para los universitarios. Y es que, con el ilusionismo, con la magia, puedes comunicar de una manera impresionante.
Hablando de la comunicación actual, la ligada a la tecnología. ¿Crees que hemos ido adelante o hacia atrás?
Creo que siempre adelante y, sobre todo, cuando hacemos un uso coherente de todos estos nuevos inventos y aparatos que han aparecido últimamente. Las posibilidades que nos ofrecen pueden ser prácticamente un milagro siempre que los utilicemos con sentido común, por supuesto.
También has trabajado de actor de cine. ¿Cómo fue la experiencia?
¡La verdad es que muy buena! Para mi sorpresa gané un premio como mejor actor secundario. Supongo que me ayudó mi formación teatral y lo pasé muy bien. Agradezco mucho la oportunidad que me dieron. Fue una experiencia muy enriquecedora y divertida.
Eres el creador de la primera maleta de magia, ¿verdad?
Sí, sí, la primera maleta de magia y con vídeo incorporado. ¡Fue un éxito rotundo! Tanto, que el Mago Tamarit la copió y tuvimos que hacer que la suya la retiraran del mercado.
Háblame de la copia y del plagio en el mundo de la magia.
Ahora has tocado un tema realmente complicado que, quizás porque ya soy mayor y más sabio o, al menos, algo menos tonto, he llegado a entender.
La magia a nivel aficionado es un mundo muy bonito, muy divertido, donde todo se explica, sin embargo, cuando pasas en el mundo profesional todo cambia. Desgraciadamente, hay muchas envidias y la envidia es a menudo el reconocimiento del propio fracaso. Y sí, te lo puedo decir porque lo he sufrido en mi propia piel, que es un mundo complicado, en el que la envidia, que es el deporte nacional de este país, está muy presente y hace que cierta gente tenga comportamientos muy poco éticos.
Yo dejé la presidencia por ese motivo y, desde ese momento, ya no quiero saber nada de asociaciones.
¿La pandemia ha afectado mucho al sector? ¿Saldremos adelante?
Seguro, porque ya hemos pasado otras muchas cosas, incluso guerras.
Buscando la parte positiva de la pandemia, te diré que a mí, intelectualmente, me ha ido bien. Hay una serie de trucos que siempre había dicho que nunca haría porque me requerían estar siete u ocho horas diarias practicando y, con la pandemia, me he puesto y los he logrado dominar. Ha sido terrible a nivel personal porque he perdido a gente querida, a nivel profesional porque he estado dos años sin poder hacer nada, pero como mínimo, me ha dejado esta satisfacción.
Durante los años seguro que has vivido en distintas casas. Háblame de los recuerdos que tienes.
Recuerdo con mucho cariño la casa en la calle Floridablanca donde vivía con mis padres. Tengo unas vivencias muy bonitas, la recuerdo como un sitio encantador, maravilloso. Luego viví en un piso en la calle Mallorca que tuve que dejar porque estaba en un momento difícil de mi vida y no podía pagarlo.
También recuerdo un ático minúsculo en Sagrada Familia, de 24 m2, ¡pero que tenía una terraza de 40! Cuando hacía buen tiempo vivía fuera, comía, cenaba e incluso dormía cuando hacía mucho calor. Yo soy cangrejo y los cangrejos necesitamos nuestro templo, nuestro espacio íntimo. Luego fui hacia el Montseny, donde estuve muy bien, y ahora estoy en un piso en Villarroel que tiene una historia muy bonita.
Y en 2002 fundas Sonríe sin fronteras, tu asociación.
Sí, de hecho, empezó como una ONG. Durante años, desde el 2000 al 2017, estuve haciendo magia para niños con cáncer en la Vall d’Hebron. Lo que hacía me apasionaba, pero empecé a ver algunas cosas que no me gustaban en la organización y decidí crear mi propio proyecto.
Un proyecto en el que no pido dinero a nadie y hago las cosas como creo que es mejor. Es el Màgic Andreu Nepal Project. Ahora tengo que ir a Nepal a hacer cosas, pero quiero llevar el proyecto a Europa y quizá a África. El proyecto funciona, está financiado totalmente con mi dinero y, de esta forma, hago las cosas como a mí me gusta hacerlas, siempre dependiendo de las posibilidades que tengo.
Volvemos al hogar. ¿Qué es lo que más valoras de una casa?
Hay una estancia que valoro mucho que es el comedor, aunque yo siempre he comido en la cocina porque he tenido la suerte de tener siempre cocinas muy grandes. Y mi despacho, lo tengo siempre en el comedor. Es mi templo, tengo mis recuerdos, mis libros, mi tele. Es donde me relajo, escribo, leo, veo películas.
¿Y qué es lo que no puede faltar en tu piso?
Que sea alto y que tenga una terracita. No necesito que el piso sea muy grande, pero sí necesito una bonita terraza, mejor que un balcón.
¿Volverías a irte de la ciudad para ir al mar o en la montaña?
Ahora, de ninguna manera. Cuando te haces mayor, lo que debes tener cerca son los servicios, ¡especialmente los médicos! ¡Y mírame a mí, al lado del Hospital Clínic!
Creo que cada época de la vida es una historia diferente y yo, la de vivir en la montaña ya la pasé en otro momento. Ahora toca Barcelona, que es muy bonita y hay muchas cosas por hacer. De todas formas, soy muy camaleónico, me adapto muy bien allá donde voy.
¿Eres de casa minimalista o llena de cosas?
Tengo cositas de mi vida, no muchos muebles, no muy recargado, pero sí tengo recuerdos de mi vida, de los lugares donde he estado. Pero sin caer en el exceso.
¿Hay algún objeto que te haya acompañado en todas las casas?
Sí, una figura de barro que hizo mi hija a los 2 años y que, en teoría, era un cuadrado, pero le salió una redonda. Hay algunos cuadros de casa de mis padres, de mi madre, y algún juguete de cuando era pequeño que me ha acompañado toda la vida.
¿Eres ordenado o tienes tu propio orden?
Soy super ordenado. ¡Asquerosamente ordenado! De verdad, soy muy ordenado y muy maniático de la limpieza.
¿Y cómo llegas a Nepal ya la filosofía budista?
Primero conocí a Wan Xen en Barcelona y me impresionó como persona. Decidí ir a conocer a Nepal y me enamoré de este lugar inmediatamente.
Yo que había trabajado mucho con niños, vi el problema que había allí y empecé a intentar sacar a niñas y niños de las calles. Y seguí metiéndome en esto, hasta hoy. He conocido sacerdotes y Lamas, he aprendido a no dar importancia a lo material, a tener compasión por la gente, a ver el mundo desde otra perspectiva.
Es un camino que comienza con la empatía, que llega a la compasión y que termina en el perdón. En Nepal te llevas un baño de realidad y de humildad, que te hace entender que no habías entendido nada durante muchos años de tu vida.
Y miremos al futuro para terminar, ¿qué planes tienes para 2022?
Creo que todos ya hemos aprendido que planes no se pueden hacer muchos. Lo que tengo son deseos e ilusiones. Me gustaría realizar un espectáculo de magia de proximidad y un espectáculo de escenario. Y, en ambos casos, ya están casi terminados. Y básicamente, quiero seguir mi ritmo, ayudando a la gente siempre que pueda.