Marta Lligoña: «Es necesario que haya otra mirada sobre la mujer en el sector, que se entienda que podemos estar en cualquier operación, por grande que sea”

Al lado del mar, en el Masnou, en uno de los pueblos de playa más deseados últimamente, encontramos Finques Meslloc, una empresa con solera pero a la vez innovadora, dinámica y honesta.

Al abrir la puerta, se entra en un microclima bañado por la luz cálida del sol, que te hace sentir como en casa. Encuentro a Marta, feliz en su despacho, coronado con un gran ramo de lilios. Me saluda con aquella alegría de las personas a las que les llena dedicar tiempo a lo que hacen. Y empieza a hablar, moviendo las manos para dar fuerza a sus palabras. Se la ve una mujer con empuje, cercana y, sobre todo, sin miedos. Con la fuerza y el ímpetu para emprender nuevas aventuras, nuevos proyectos, sin dejar de ser realmente, ella misma.

 

¿Cómo fueron tus inicios en el mundo inmobiliario?

Yo estudié Derecho y, una vez acabada la carrera, me instalé en el Masnou, donde con dos socios abrimos un pequeño despacho de abogados. Al cabo de medio año supe que se vendía una administración de fincas porque el señor que la llevaba había muerto y la familia no quería continuar con el negocio. Lo comenté en casa y mi padre, que era un gran comercial y estaba pasando dificultades en el trabajo, me dijo que sería interesante comprarlo.

Decidimos sacarlo adelante y durante un tiempo estuve compaginando ambos trabajos porque mi padre con la ayuda de mi hermano Juan podía llevar muy bien la parte comercial y de relación con los clientes, pero necesitaba alguien que gestionara los temas legales. Era difícil estar en dos lugares a la vez, ya que la administración estaba en pleno funcionamiento y era muy demandante y decidí que mi lugar debía ser al lado de mi padre. Bueno, al lado de mi padre y de toda la familia, porque mis tres hermanos también se implicaron y, durante un tiempo, también mi madre. Esto era el año 1991 y, a los pocos años, en 1996 murió mi padre y todos los hermanos tuvimos claro que nuestro lugar era estar ahí, en la empresa. Que teníamos que seguir con el negocio. ¡Y lo hemos hecho hasta ahora!

Llegaste al sector un poco por casualidad, pero con el paso del tiempo, ¿crees que descubriste que era tu vocación?

Yo creo que sí. Empecé a mirarlo todo más desde la parte legal, pero ahora veo que esta profesión me ha dado más de lo que pensaba. Ha sido muy agradecida en muchos aspectos, desde las amistades que he hecho, por ejemplo, en el Colegio de API, como por el contacto con la gente. Nosotros hemos hecho siempre de todo, administración, alquileres, ventas, promoción… Tengo muchos recuerdos… Hace 30 años, por ejemplo, cuando en el Masnou empezaban a llegar las primeras parejas jóvenes con la idea de vivir fuera de Barcelona, los atendíamos los sábados que era cuando ellos podían venir, y conocías a los padres incluso. En definitiva, entrabas a formar parte de su historia, la vivías como uno más de la familia, era muy emocionante.

Y en este sector tan masculino, ¿ha sido difícil para ti como mujer encontrar tu sitio?

Sí, totalmente, he sufrido las dificultades de ser mujer.

Te diré más, creo que he tenido suerte de tener hermanos, hombres, en la empresa, porque se aceptaba mucho a la mujer como comercial, para enseñar casas, era casi glamuroso, pero cuando tenías que sentarse a negociar el precio de un solar con promotores, en operaciones de importes muy elevados, entrabas en un terreno totalmente masculino.

Y al principio siempre iba acompañada de mi hermano Josep porque me ayudaba en este tipo de reuniones y facilitaba la interlocución. Creo que sin su ayuda me hubiera costado mucho entrar en esta parte del negocio. Sobre todo en los años 2000, nos ayudó mucho a crecer; era responsable de la comercialización y los aspectos legales de promociones importantes de obra nueva.

Mirando la historia de Finques Meslloc, he tenido la sensación de que habéis hecho alianzas con otras empresas en diferentes momentos. Cuéntame un poco.

Te lo explico porque no son realmente alianzas. Nosotros compramos Finques Meslloc, que existía desde 1974, y conservamos el nombre y los clientes. Nos fuimos trasladando de locales y fuimos creciendo, pero teniendo en cuenta que somos 4 hermanos en el negocio, teníamos que ver cómo expandirnos un poco. Así fue como decidimos comprar otra administración de fincas en Mataró, fundada en 1910, que se llamaba y se llama Finques Vivé, y es la que dirige mi hermano menor, David. Pero, aunque funcionamos con diferentes marcas, llevamos la operación de forma conjunta.

Pero sí que habíais formado parte de Ceigrup, ¿verdad?

Sí, sí, es que nosotros desde el comienzo siempre hemos sido muy inquietos.

Yo misma, cuando empecé el negocio, fui a Madrid a sacarme el título de API. Mi hermano Josep

me insistía mucho en que era importante tenerlo. Y te cuento esto, sencillamente, porque nosotros habíamos descubierto hacía un tiempo Ceigrup y nos parecían una gente muy potente, pero cuando los llamamos, ¡no quisieron atendernos porque no teníamos el título de API!

Cuando ya tuvimos el título volvimos a contactar con ellos y nos unimos al grupo, con las hermanas Amat y otras personas muy relevantes del sector. Fue una experiencia muy provechosa a nivel de formación y contactos, y todavía conservamos la amistad con todos aquellos que compartimos esta iniciativa.

¿Cuál es vuestro modelo de negocio? ¿Ha variado mucho con el paso del tiempo?

Nuestro modelo siempre ha sido atender lo que nos pide cualquier cliente que entra por la puerta.

Es decir, si quiere vender un piso, lo vendemos; si lo quiere alquilar, le gestionamos el alquiler; si quiere que le llevemos la administración, lo hacemos y, si tiene un problema legal, se lo resolvemos.

Nuestro modelo se basa en atender al cliente en lo que necesite, siempre con unos niveles de calidad máxima. Gestionamos obra nueva, gestión de patrimonio, compraventa, administración y asesoramiento jurídico.

¿Cómo has visto la evolución del sector?

De entrada, cuando nosotros empezamos había poca gente que se dedicara al sector y ahora hay mucha. El trabajo de API es siempre el mismo, pero las herramientas van cambiando. Ahora, claro, tenemos la tecnología que nos va de maravilla, pero el cliente sigue demandando la atención personalizada y el trato humano.

También ha evolucionado el perfil de los profesionales, ya que los clientes cada vez están más informados y buscan profesionales también bien formados y eficientes.

Gestionamos las compras más importantes a nivel de importe y de cambios en la vida de las personas, así que, tenemos que estar muy preparados para garantizar que todo salga como el cliente quiere y se merece. No basta con enseñar un piso o una casa. Tienes que entender bien las necesidades del cliente y garantizar que la propiedad que compre las cubre. Por ejemplo, si hay niños, es muy importante que los puedas informar del entorno, de qué escuelas tienen cerca, tienes que darles toda la información de forma honesta para que puedan escoger, en base a la realidad.

¿Y qué cambios has visto a nivel de tipo de cliente?

¡He visto muchos cambios! Piensa que cuando empezamos, el Masnou y sus alrededores eran lugares de veraneo, de alquileres. Rápidamente comenzó a cambiar porque la ley de alquileres cambió y ya no eran indefinidos. Esto provocó que mucha gente de las ciudades cercanas empezara a alquilar y a comprar en el Maresme.

Y después empezaron a venir los extranjeros, muchos rusos, que empezaron a comprar. Y hemos notado un cambio muy relevante.

Antes la gente cuando compraba una casa o un piso era para toda la vida, y ahora la gente compra dependiendo de la etapa de la vida en que se encuentra. La gente joven lo tiene muy claro y cambia de tipo de vivienda y de lugar, dependiendo de su momento vital.

Hablamos de tecnología, ¿cómo os habéis adaptado?

¡Yo pienso que muy bien! Obviamente, requiere un esfuerzo por parte de todos, pero está totalmente justificado por las ventajas que te proporciona. Cosas como la firma de un contrato, que antes debía ser presencial y a menudo complicaba mucho las cosas, ahora es mucho más sencillo hacerlo digitalmente. Y la verdad es que nuestro personal, prácticamente todas mujeres, son de mi generación, no somos nativas digitales, pero todo el mundo ha hecho el esfuerzo y nos hemos adaptado muy bien.

¿Y ya estabais preparados antes o, como muchos otros, ha sido la pandemia la que os ha forzado a entrar en el mundo digital?

Nosotros ya estábamos digitalizados antes de la pandemia, pero sí que nos ha impactado, por ejemplo, en las reuniones de comunidad. Siempre las habíamos hecho en un salón de actos que tenemos en el piso de abajo y, con la pandemia, tuvimos que empezar a hacerlas por videoconferencia. Nuestras profesionales se adaptaron muy rápido y están encantadas con este nuevo formato de las reuniones, lo podían hacer desde casa y asistía más gente por la facilidad de no tener que desplazarse.

Y con la compraventa también nos ha ayudado la tecnología porque, aunque siempre hay que hacer la visita final con los clientes, se puede avanzar mucho previamente.

¿Cuáles son los valores de Finques Meslloc?

Honestidad con los clientes por encima de todo y hacer las cosas como si las hiciéramos para nosotros mismos.

La verdad es que no sé hacer las cosas de otra manera, que como si fueran para mí misma. Si tengo que negociar un precio por un cliente, lo haré como si fuera yo quien compra y, si tiene un problema legal, me implicaré tanto como si el problema lo tuviera yo.

Y también tenemos que ser buenos profesionales y tenemos que estar formándonos constantemente.

Vosotros que estáis fuera de las grandes ciudades, ¿habéis notado un incremento de gente que quiere vivir en la zona?

Sí, claro. Al principio nos sorprendió la cantidad de gente que nos explicaba por teléfono lo mal que lo habían pasado durante el confinamiento. Querían venir a el Masnou, a un piso con alguna salida, aunque fuera un balcón, y que con un paseo pudiesen ir a la playa.

Y la gente de aquí que vivía en pisos, se quería cambiar a una casa con jardín. O gente que sencillamente quería tener más espacio para poder teletrabajar cómodamente. Sin duda, la pandemia ha provocado un cambio en las preferencias y necesidades de las personas.

Y como mujer, ¿qué pides al sector?

Sobre todo, más conciliación. Es evidente que en nuestra profesión nos tenemos que adaptar al cliente y, si solo puede hacer la visita a las ocho de la noche, la tenemos que hacer. Pero yo siempre he dicho a mis colaboradoras que tenían que explicar a la gente, que no era necesario, por ejemplo, hacer las reuniones de comunidad a las ocho, que les dijeran que tenían familia y que querían estar con ella.

También me gustaría que hubiera otra mirada sobre la mujer en el sector, que se entienda que podemos estar en cualquier operación, por grande que sea. Y que se aprenda a hacer las cosas de otro modo.

Por ejemplo, con las nuevas promociones sigue pasando que, se da la visita al solar a media mañana, después hay que ir a comer «de verdad» y cuando vuelves al despacho y empieza propiamente la reunión, ya son las siete de la tarde, la hora en que deberíamos estar todos en casa ya. Creo que la mayor presencia de la mujer en este tipo de operaciones está siendo fundamental para cambiar estas dinámicas.

¿Qué piensas de la formación en el sector?

Yo soy muy partidaria de la formación en todo y, por tanto, en nuestro sector aún más. Solo tenemos futuro como API si somos útiles a los clientes y, por serlo, debemos estar siempre informados y formados en las últimas novedades, en las nuevas leyes, en nuevas normativas urbanísticas y, cómo no, en marketing digital y nuevos canales de venta.

¿Cuál crees que será el papel del API en el futuro y qué crees que podemos aportar a la sociedad?

El papel será exactamente el mismo que hemos hecho siempre, con herramientas diferentes, pero con la misma función: atender a nuestros clientes. Y lo que será imprescindible es hacerlo todo muy bien, que cuando alguien pague nuestros honorarios lo haga entendiendo todo el valor que le has aportado. Que vea que le has ahorrado un montón de tiempo y un montón de problemas, que todo ha sido controlado y supervisado. Que todo se ha hecho con la máxima profesionalidad.

¿Qué destacarías del proyecto API?

La verdad es que Gerard Duelo, en las ocasiones en las que he estado con él, que no son muchas, me ha gustado mucho como profesional. La pandemia ha impedido que hayamos podido ir al Colegio tanto como nos gustaría y, aunque recibimos mucha información de todo lo que se hace, echo en falta encontrarnos más entre colegas.

Pero pienso que son muy interesantes todas las iniciativas que se están poniendo en marcha y considero que se está modernizando mucho el sector.

Eso sí, yo soy muy de hacer encuentros entre colegas donde se nos expliquen novedades o cualquier cosa interesante y que después podamos charlar un poco entre nosotros. Esto nos enriquece mucho.

¿Qué les dirías a los jóvenes que quieren incorporarse a este sector?

Que se preparen profesionalmente, que tengan vocación para este trabajo y que entiendan que tienen entre manos, la compra más importante que la mayoría de personas hacen a lo largo de su vida. Y deben saber que hay mucha competencia y no toda sigue unas normas mínimas. Pero que ellos sí deben seguir unas normas y ser muy honestos.

Hablemos de proyectos de futuro. ¿Qué tenéis entre manos?

¡Aquí no paramos nunca! Queremos abrir alguna otra oficina en alguna localidad del Maresme. Queremos hacer nuevas promociones nosotros mismos. En general, nos apuntamos a todo lo que nos pasa por delante y es interesante.

¡Como te decía, nuestra filosofía es no parar nunca!