Hoy he quedado con la doctora Montse Folch, seguro que muchos de vosotros la conocéis. Apareció en nuestras vidas a través de la televisión y con sus superdietas. Parece como si el tiempo no haya pasado y ella sigue igual de preciosa y risueña. Y con esa magia que te hace embobar cuando la escuchas. ¡Cuánta vida! Con sus dietas ha ayudado a muchas mujeres, y también a muchos hombres, a amar el propio cuerpo, a aceptarlo y mejorarlo. Es una trabajadora incansable, que tiene la cabeza llena de ideas, y que sigue reinventándose para transformar la vida de más personas.
¿Cómo te defines?
Yo creo que con el tiempo vamos cambiando, pero sí que me defino o, al menos cuando era pequeña me definían, como una persona con mucha fuerza de voluntad. Siempre decían: «Logrará lo que quiera porque tiene mucha fuerza de voluntad».
Es decir, a mí nunca me han regalado nada, he tenido que picar piedra, con todo. He estudiado mucho, para entender muchas cosas, y he trabajado duro. Me pasé toda la carrera trabajando. Me considero trabajadora y muy terca.
¿Qué es para ti el hogar, la casa?
Para mí, el hogar es mi nido. El nido aquel que cuando llegas, te dices: «ya estoy en el sitio con el calor que necesito para recuperarme de todo». El día que yo no esté tranquila en mi casa, no será mi hogar.
¿Cómo descubriste tu vocación?
Pues desde pequeña siempre decía que quería ser enfermera para ir a la India. Siempre lo decía todo junto, «Yo quiero ser enfermera para ir a la India», porque miraba reportajes en televisión y veía a los niños que salían y sentía impotencia. Y pensaba que quería hacer algo. De hecho, mi abuela era enfermera de quirófano y quizás también la vocación me vino por ella. Tengo una conexión muy especial con mi abuela, que murió cuando yo tenía cuatro años. Mira si la tengo presente que, de hecho, tengo una foto suya aquí delante.
¿Y al final qué estudiaste?
Me matriculé en Enfermería en el Hospital Clínic, pero al mismo tiempo me gustaba Medicina, y también me matriculé. Lo intenté hasta Navidad y, pasado el tiempo de prueba, me decanté por continuar hacia Medicina.
¿Y cómo llegaste al mundo de la nutrición?
Mi abuela, como te he comentado, era enfermera de quirófano y ayudaba a un médico, el doctor Armando Muñoz Calero, cirujano en el Hospital de Aguilas, en la provincia de Murcia. A mí el tema quirófano me gustaba mucho y pensé en hacer cirugía. Y cuando terminé la carrera estuve cuatro años de asistente de cirugía con el doctor Javier Foncillas, jefe de cirugía general y digestiva en el Hospital Sagrat Cor de Barcelona. Imagínate, estaba en tres sitios a la vez, en el Sagrat Cor por las mañanas, en la privada en el Hospital de Barcelona, y también ayudaba a la Sagrada Família por las tardes.
Un día él me dijo: «¿Por qué nos los adelgazas?». Justo antes de intervenir un paciente, no es lo mismo tener mucha grasa en el cuerpo que tener menos porque el acceso de grasa siempre es negativo para el organismo. Todo es más fácil para la intervención y la recuperación del paciente y así empecé.
Empecé a adelgazar personas para después operarlas. A partir de ese momento, que yo estaba a sexto de Medicina, empecé a ayudarle en las intervenciones quirúrgicas y, al mismo tiempo, asesoraba a los clientes para adelgazar. Pero llegó un momento, después de estar muchos años trabajando en la consulta, de haber estado haciendo guardias en el Hospital de Andorra, que me di cuenta de que, lo que más me gustaba era el trato con la gente en mi consulta. Me gustaba y todavía lo disfruto, porque me implico mucho con la gente, me gusta el contacto con ellos y ellas. Se crean vínculos y de todos se aprenden. Y, por eso, entré de lleno en el mundo de la nutrición, que es mi pasión.
Hablando de primeras veces, ¿cómo fue la primera vez que entraste en el quirófano?
Cuando estaba en sexto de Medicina, haciendo el rotatorio que eran como las prácticas, es cuando empecé a hacer de asistente del doctor Foncillas, ayudándole a todas las intervenciones por la noche. Por las noches estaba con él y por la mañana trabajaba en la Caixa, por las tardes pasaba consultas y por las noches hacía de asistente. ¡Ya ves, no paraba! Hacía de todo, incluso de azafata en TV3.
¿De azafata en TV3?
Cuando estaba estudiando empecé a trabajar de azafata porque la pareja de un amigo mío que estudiaba Medicina me dijo que habían abierto una agencia de azafatas. En un primer momento, dije que no porque tenía algo de complejo por mi acné, pero al final me apunté. Como la agencia traía las azafatas de TV3 empecé a trabajar allí. Me lo pasaba muy bien y conocí a mucha gente. ¡Trabajé 13 años!
¿Y la primera vez que saliste en televisión ya no como azafata?
La primera vez que salí en la tele no fue en TV3. Todo vino por la “dieta de la alcachofa”. Rocío Carrasco vino a mi consulta para adelgazar y fui yo quien la ayudó a perder peso. Todo el mundo hablaba de este tipo de dieta y yo me convertí en la “doctora de la alcachofa”. A partir de ahí, ella lo dijo por televisión en Telecinco y me empezaron a llamar. Entonces fui pasando por todas las cadenas, Telecinco, Antena 3…
Todo empezó así y, cuando me entrevistaron en TV3, ya no podía hacer de azafata y entrevistada al mismo tiempo.
¿Y la primera vez que empezaste a escribir un libro? Si no los he contado mal, tienes unos 14.
El primer libro salió a raíz del tema Rociíto, y se llamaba La dieta de la doctora Folch. De este libro hace 22 años, los mismos años que mi hijo. Y a partir de ahí salieron los demás, algunos sola y otros en colaboración.
Y la primera vez que escogiste tu casa, ¿cómo lo recuerdas?
Cuando estaba a punto de terminar la carrera, llegó un momento en que quería independizarme. Estaba muy bien con mis padres, tenía una excelente relación, pero quería vivir sola. Tenía un amigo que vivía en un piso y pagaba muy poco. Él se marchaba porque se casaba y me lo pasó.
Y viví sola allí unos dos o tres años. Era un piso pequeñito, pero yo me lo arreglé muy bonito. ¡Era pequeño, sencillo, allí en la Sagrada Familia y estuve muy feliz! En ese momento, trabajaba en Andorra haciendo guardias y, cuando las acababa, volvía a Barcelona, a mi casa.
Con el trabajo has viajado mucho y has conocido a mucha gente. ¿Qué recuerdos tienes?
Sí, he viajado mucho gracias a la profesión, ya que se realizan muchos congresos. También ha habido épocas en las que acompañaba a mi exmarido o teníamos algunos congresos comunes. Aparte de los viajes con él, he hecho toda España muchas veces, repitiendo ciudades como Málaga, Madrid, Santiago de Compostela o Sevilla. Y después en París, en Roma, en los Ángeles, en Alemania… He disfrutado mucho y ha sido una gran suerte. Mi profesión me ha dado muchas posibilidades de ver mundo, conocer gente, ha sido una gran experiencia.
Recientemente publicaste un libro en colaboración con los hermanos Torres. ¿Cómo ha sido la experiencia?
Un día me llamó Javier, uno de los hermanos, y me dijo que estaban haciendo un libro de recetas saludables e hipocalóricas y que querían que les asesorara. ¡Yo me quedé alucinada!
Nos reunimos unas cuantas veces y, como ellos también son muy resolutivos, con pocas reuniones lo tuvimos aclarado. Yo no los conocía de antes y me sorprendieron agradablemente. Todo fue fácil y nos entendimos enseguida. Casualidades de la vida, ellos eran amigos de un cirujano plástico, un amigo en común, y fue quien les aconsejó que me llamaran a mí. Ya ves, todo salió muy bien y estoy muy contenta.
¿Cómo lo haces para hacer tantas cosas: conferenciante, escritora, comunicadora, nutricionista… cuál es el secreto para hacerlo todo?
El secreto es dormir muy poco. Yo siempre he dormido muy poco. He pasado épocas que dormía tres o cuatro horas y tenía una gran energía para hacerlo todo.
¿De dónde sacas la inspiración para escribir libros?
No sé los demás, pero yo me inspiro mucho en la ducha. Otras veces la inspiración me viene de la gente que conozco, creo complicidades. O a veces se me ocurre una idea y le doy vueltas hasta saber cómo desarrollarla. Me voy inventando cosas o reinventándome.
Con tus libros ayudas a muchas personas a sentirse mejor consigo mismas…
Pues sí, muchas veces en la consulta vienen personas diciéndome que con mis libros han conseguido adelgazar muchos kilos. Sobre todo, con los libros del Método de la Doctora Folch y el de la Dieta de los colores, sé que he ayudado a mucha gente a cambiar su vida. Algo que hago en la consulta es escuchar mucho. Cada persona es importante, con sus problemas, sus miedos. Y ayudarlas es todo un privilegio.
Volviendo a casa, ¿qué recuerdos guardas de dónde viviste de pequeña?
Los recuerdos que tengo son básicamente de la cocina.
Tenemos una cocina bastante grande y gran parte del día lo pasábamos allí. La cocina era un poco el refugio, donde hacíamos todas las comidas. Recuerdo que siempre en la mesa había una ensalada en medio. Comíamos ensalada cada noche, y después había otro plato que normalmente era algo cocido a la plancha. A veces la ensalada se cambiaba por verdura hervida. Era una alimentación muy natural. Íbamos a comprar el bacalao al barrio o al mercado de Santa Caterina, todo de proximidad.
También recuerdo con mucha claridad el ambiente tranquilo que se respiraba en casa, era hermoso vivir así. Yo era hija única e iba al colegio junto a casa, frente al Born, se llamaba Virgen del Pilar y tenía un patio que tocaba en el zoo. ¡Era el mejor patio de Barcelona! Estaban Manolo, Manola y Manolito, que eran los elefantes, que les llamabas y les ponías el pan en la trompa. Fui hija única hasta los dieciocho años, cuando nació mi hermana Laura.
¿Qué recuerdo tienes de todas las casas en las que has vivido?
De ese piso pequeño que te he contado antes, me recuerdo escribiendo y algunas veces con una copita de cava. Me pasaba muchas noches escribiendo cosas muy personales, poesía.
Después me casé y el primer recuerdo es del piso de Sant Cugat, donde nacieron mis hijos y donde teníamos a Titan, nuestro perro labrador. En aquella casa teníamos un jardín con un pavo real, y mi padre nos hizo una casita de madera preciosa que tuve que dejar allí.
Después fuimos a vivir a Valldoreix, cuando mis hijos ya eran adolescentes, y de ahí ya pasamos a vivir a la casa de Barcelona para que los hijos fueran a la universidad. Me separé y ahora vivo en mi piso con los hijos en los que estoy feliz.
¿Qué es lo que más valoras cuando buscas una casa?
Yo valoro que se vea verde, que tenga una salida que se vea naturaleza. Puede ser más o menos pequeña, pero necesito poder salir a respirar y tomar el aire. ¡Que abra las ventanas y vea naturaleza!
¿Te ves dejando la ciudad para ir a vivir al mar o la montaña?
No, todavía no, porque tengo a mis hijos. Si no los tuviera a ellos, quizás sí, porque soy muy feliz cuando estoy en el pueblo donde tengo todos mis recuerdos. Pero ahora no me veo.
¿Tu casa es minimalista o llena de muebles?
Depende. En la casa en la que vivíamos antes era minimalista, esta de ahora no. Es una casa más antigua y la tengo decorada con muchos recuerdos. Y, en cambio, el apartamento que tengo en Begur, una casa antigua que dividimos en cuatro pisos, está decorada con pequeños detalles, velas, antigüedades y tiene un jardín también lleno de cosas.
No soy especialmente minimalista.
¿Hay algún objeto que te hayas llevado contigo a todas tus casas?
Me he llevado siempre mi osito. Yo tengo un osito desde pequeñita, mi primer osito, con el que dormí hasta los 14 años. Lo tengo siempre dentro del armario del que vivo. Y tengo también a Cachita, una muñeca negra, que ahora se la he regalado a mi hija. Estos dos han ido conmigo siempre, a todas las casas.
A la hora de pintar las casas, ¿qué eliges tonos cálidos o blancos?
En la casa que vivía antes tonos blancos. Donde vivo ahora tonos cálidos, un tono gris perla. Y la de Begur es de tonos verdes.
Para inspirarte, ¿cuál es tu sitio favorito de la casa?
Yo me inspiro mucho en la cama, es donde estudiaba de pequeña. Y ahora muchas veces me pongo el despertador muy temprano y allá en la cama, por la mañana, me vienen todas las ideas. Pienso y me inspiro tumbada en la cama. Además, tengo una mesita y allí voy escribiendo todo lo que tengo en la cabeza y me salen los nuevos proyectos. A veces incluso cuando estoy inquieta, voy a meditar a la cama, cierro los ojos y se me aclaran las ideas.
¿Eres ordenada o tienes tu orden?
Tengo mi orden porque yo sé dónde están todas las cosas. En la otra casa estaba superordenado, porque era muy grande y teníamos un amplio trastero.
¿Cómo vives tu día a día con tu profesión?
Yo siempre digo que en la próxima vida seré psicóloga porque la empatía con la persona que tengo delante es muy importante, la escucho, la comprendo e intento estar pendiente de cómo está.
Siempre le he dado mucha importancia al rato que estoy con cada paciente, a la parte privada, a la parte de vida de cada una de ellas. Porque para mí es muy importante saber si tiene problemas con su marido o con su hijo, o sus problemas, ya que aparecen ansiedades por diferentes motivos. Yo los oriento, en cómo pueden enfocar mejor los problemas que viven, para no tener tanta ansiedad. Y si necesitan ayuda les aconsejo. Cuando ya tienes confianza con la persona, ya has conectado, ya tienes la mitad del trabajo realizado y todo empieza a ser más fácil.
¿Es verdad que las emociones van muy ligadas a la comida?
Sí, totalmente. Hay muchos tipos de ansiedad y no es la misma ansiedad que tienes cuando tienes problemas con tus hijos, con tus padres o con el trabajo. Una ansiedad te puede causar depresión, la otra te aumenta la presión arterial y hay ansiedad que te come, es como si tuvieras un pozo sin fondo y también hay la pena, que es la que te quita la gana, ya que es como si tuvieras un nudo en el estómago.
Con la pandemia y las videoconferencias, ¿crees que la gente está cuidando más de la imagen?
Yo creo que ha habido de todo. Hay personas que con el online han hecho gimnasio, han descubierto recetas, han seguido diferentes tipos de dietas y quizás se han cuidado más. Pero a otras personas les ha afectado en un sentido más negativo, les ha producido mucha más angustia y han comido más.
Y después están los demás, que han hecho el aperitivo del mediodía y el de la tarde. Mucha gente ha comido mucho más de lo que comía en la vida “normal” y también ha habido muchas personas jóvenes que han entrenado mucho y han adelgazado.
Ha sido y todavía es una situación muy especial que ha afectado a todos de una u otra manera y que, seguro, necesitaremos tiempo para volver a poner las cosas en su sitio.
¿Qué proyectos tienes para este nuevo año?
Más que proyectos tengo ideas. Tengo ideas de crear un libro de recetas pero todavía tiene que tomar forma. También estoy renovando cosas de la consulta. Con todo el tema de los trastornos mentales y los trastornos de la alimentación hay mucho trabajo. De ahí puede salir un libro de orientación nutricional desde el punto de vista psicológico. Y otro libro nutricional para niños y niñas o adolescentes porque es necesario formarlos, no confundirlos y enseñarles a comer con sentido común.