Pep Planas es de esos actores que enamoran. Con su hablar armonioso y suave cautiva desde el primer instante. Ha vivido intensamente la vida y se le iluminan los ojos al hablar. Es un hombre enamorado de su profesión, forjada con esfuerzo y dedicación. Ha triunfado en todo lo que le han propuesto: cine, teatro… Es solidario y siempre está dispuesto y comprometido en mil y una causas. Y mira el futuro con esperanza.
¿Cómo te defines?
Empezamos con una pregunta difícil, ¿eh? —dice sonriendo.
Intentaré buscar algunos valores con los que me siento identificado: creo que soy empático, curioso, noble, maniático, perseverante y optimista.
¿Qué es para ti el hogar?
Es mi centro de gravedad, el espacio en el que me reconstituyo.
¿Cómo descubriste tu vocación?
Yo diría que viendo una obra de teatro en Granollers. Pero allí solo me di cuenta de que me cautivaba ese mundo mágico, pero no pensaba en ningún caso que pudiera ser una profesión. Fue a raíz de dejar Medicina y querer hacer, durante un año, algo que me gustara, que descubrí que había unos estudios de Arte Dramático y que era, de hecho, un oficio posible.
Hablando de las primeras veces… ¿cómo fue la primera vez que actuaste en una obra de teatro? ¿Y la primera vez en una película?
Mi bautizo como actor profesional no pudo haber sido más afortunado. Me cogieron para hacer ese emblemático Cyrano de Bergerac de 1985, en el Poliorama, bajo la batuta de Josep Maria Flotats, que ha sido un maestro para mí. La obra duró más de dos años en cartel y cambió algo en el panorama teatral de Barcelona.
Mi debut en televisión —de cine no he hecho demasiado— fue con Secrets de Família, donde era uno de los hijos, curiosamente un joven médico. ¡Tengo que decir que hacer de médico me ha perseguido durante toda mi carrera! Salir en la televisión significó un cambio en mi vida profesional, y en lo personal también; de repente la gente te reconoce, y te habla por la calle, dejas de vivir en el anonimato.
Más primeras veces, ¿cómo fue cuando escogiste tu casa?
En cuanto a la casa, yo cambié muchas veces de residencia durante los diez primeros años después de irme de casa de mis padres: compartiendo piso, solo, alquilando una habitación en casa de alguien… Pero yo diría que la primera vez que pensé «estoy en casa» fue en un piso que alquilé en la calle Riera Alta, en el barrio del Raval.
Por trabajo has viajado mucho y supongo que de cada sitio tienes un recuerdo concreto, ¿verdad?
El trabajo me ha llevado a viajar bastante, pero yo creo que los viajes que han sido más significativos fueron por los estudios. Fui a estudiar a París y al final me quedé cinco años, de los que tengo recuerdos maravillosos: la belleza de la ciudad, la sensación de libertad que tenía en un mundo extranjero. Y, más adelante, estudié dos años en una universidad en Estados Unidos, en Milwaukee, que también marcó mi vida.
Actualmente hay muchos jóvenes que optan por estudiar fuera, ¿cómo lo viviste tú y cómo te ayudó vivir esta experiencia?
Yo creo que es una experiencia maravillosa: salir de tu zona de confort y hacer una inmersión en una cultura distinta. En nuestro oficio, la experiencia vital se transforma siempre en experiencia artística, por lo que seguro que nos enriquece.
Aunque esto no significa que sea indispensable, ¡en absoluto! Sin embargo, estoy convencido de que ver cosas que se hacen en el extranjero es muy importante y muy inspirador.
Has conocido a directores y personajes de gran renombre como Flotats, Matthias Langhoff, Jean Reno, Lluís Pasqual… entre otros muchos. ¿Qué aprendiste con ellos?
¡Muchísimas cosas! Creo que los estudios son fundamentales, pero las grandes huellas te las dejan los grandes directores con los que has trabajado. Su mirada, su exigencia, su talento, te hacen crecer y te ponen a prueba. De ellos, sobre todo, he aprendido el respeto y rigor de este oficio.
¿Cuál es el papel con el que te has sentido más identificado o que encajaba más contigo?
Cuando abordamos a un personaje siempre buscamos identificarnos con él y, a través del trabajo, acabas haciéndolo tuyo, parte de ti. Todos somos muchas cosas en la vida, ya lo sabes, y como actores podemos explorar partes de nosotros que son menos visibles, o que están más dormidas, a través de personajes que, al principio, pueden parecernos alejados. Pero, al final, debemos acabar siendo nosotros.
¿Qué obra recuerdas con más cariño, o por la aclamación del público o por ser para ti un reto?
¡Uf, podría decir tantas! Mira, Cyrano de Bergerac quedará para siempre como uno de los recuerdos más bonitos que tengo. Como retos me gustó mucho hacer Caos Dempeus de Veronique Olmi, donde era un soldado ruso que había vuelto herido física y emocionalmente de la guerra de Chechenia, y Kasimir y Karoline de Horváth, la primera obra que hice con Calixto Bieito. Y fue muy emocionante actuar en Barcelona de Pere Riera, donde el público nos conmovía a cada final de función con su entusiasmo.
Con el lanzamiento de las grandes plataformas, se está favoreciendo la producción de más series. ¿Lo ves favorable para los actores y actrices y para la profesión en general?
Sí, por supuesto. El problema es que, de momento, todo se cuece en Madrid. Aquí, la industria sufre mucho y nos hemos quedado muy atrás. Entraríamos en un gran debate, donde hay que tener en cuenta muchas cosas, pero si el Gobierno no invierte más recursos, si no hace un plan del audiovisual muy serio de cara al futuro, no saldremos adelante, el audiovisual en Cataluña quedará como algo residual y los profesionales de aquí, técnicos y artísticos, terminarán yendo a trabajar fuera.
Hemos pasado la pandemia y un sector afectado ha sido el vuestro. ¿Crees que podrá remontar?
¡Mal iríamos si no lo creyera! ¡Tengo que creerlo, porque si no tendría que cambiar de trabajo!
Yo creo que desde las instituciones nos escuchan —pienso en el gran trabajo que se está haciendo desde la Asociación de Actores y Directores Profesionales de Cataluña— y entienden que hay que hacer un gran cambio y una gran inversión en cultura en general. Es un sector en el que la precariedad es endémica pero que, a raíz de la pandemia, todavía ha quedado más tocado. Irá despacio, evidentemente, pero yo creo que existe la intención de trabajar por ello. Por el momento, el Gobierno se comprometió a invertir un 2 % en cultura a finales de este mandato. Esto es más del doble de lo que se destinaba: un 0,7 %. Veremos si se cumple.
Volvamos al sector de la vivienda. ¿Has vivido en muchas casas, qué recuerdo guardas de cada una de ellas?
Sí, una vez lo conté y creo que eran doce. En algunas viví poco tiempo, claro, pero de todas ellas tengo recuerdos vívidos y siento que forman parte de mí; como las personas, que siempre te acompañan. Viví dos años y medio en una hermosa mansarda de París, justo al lado de Notre-Dame, ¡solo nos separaba el Sena! Salías de casa y tenías delante tuyo un mundo maravilloso.
¿Tienes alguna afición que sea un tanto particular?
Existe un deporte que practico desde hace muchos años, intermitentemente, eso sí, que es la esgrima deportiva. La descubrí a raíz de un espectáculo y, después, cuando estudié en el Conservatorio de Arte Dramático de París, y acabé enganchándome. Pensé que algún día, seguramente, lo utilizaría en un espectáculo o en alguna película de época, pero nunca ha pasado. Y cuando he intervenido en alguna producción donde se ha necesitado, como en Hamlet o en Noche de reyes, nunca ha sido mi personaje quien luchaba.
Pero, ya te he dicho que soy optimista y pienso que algún día me llegará la oportunidad. Entretanto, me peleo mucho gusto con mis compañeros.
Para estudiar tus guiones, ¿usas alguna técnica en especial?
A lo largo de los años vas consolidando tu manera de aprenderlos sin apenas darte cuenta. Y cambia según las circunstancias. Si tengo la suerte de tener tiempo, me gusta hacerlo despacio, releyendo, imaginando, e ir dejando que vaya haciendo poso. Y cuando se va acercando la fecha de empezar los ensayos, entonces ya aseguro cada palabra. Hay compañeros que se graban el texto y lo escuchan mientras caminan por la calle o van a comprar. Yo creo que soy más visual a la hora de aprenderlo. Al final, siempre acabas “haciendo muchas horas de codos”, que decimos.
Actualmente estás impartiendo clases a las nuevas generaciones de actores. Cómo las ves, ¿se están preparando bien?
Sí, mucho. Yo creo que hoy en día existe una conciencia mucho más clara de la importancia de la preparación para este oficio. Y cada vez más. Y es que, hoy en día, todavía es más difícil sacar adelante esta profesión que cuando yo empecé y, si no estás bien preparado, pierdes muchos trenes. En estos momentos, veo a muchas más actrices y actores muy bien preparados: cantan, bailan, tocan uno o más instrumentos, hablan idiomas…
¿Qué les dirías a esos jóvenes?
Me sabe mal decirlo, la verdad, este oficio es un gran misterio. Yo creo que hay que tener mucha pasión por hacerlo, trabajar mucho, tener mucha paciencia y saber capear los momentos difíciles, entender que esta es una carrera a larga distancia, ¡y sobre todo mucha ilusión!
Una vez, al respecto, un maestro me dijo: yo no animo nunca a los jóvenes, más bien al contrario, porque los que quieren dedicarse a ello de verdad, lo harán igualmente.
Volvamos en casa… ¿qué es lo que más valoras cuando buscas una?
Yo diría que la luz.
¿Te ves dejando la ciudad para vivir cerca del mar o de la montaña?
[Ríe] Lo he dicho muchas veces: cuando ya no trabaje, ¡me iré a vivir fuera! La cosa es que no veo que se me acaben las ganas de trabajar, por mayor que sea, siempre hay nuevos retos y personajes que querría hacer… ¡así que quizás lo deje para otra vida!
¿Tienes una casa minimalista o llena de muebles?
¡No, está llena de muebles! Me gusta rodearme de cosas que me gustan.
¿Hay algún objeto que siempre te lleves contigo a todas las casas?
Los libros siempre me los llevo, y las fotografías.
A la hora de pintar una casa, ¿te gustan los tonos cálidos o los blancos?
Tengo una parte de la casa pintada de colores cálidos y otra parte blanca. ¡Me cuesta mucho decidirme!
¿Tienes un rincón en casa en el que te inspiras para trabajar los guiones?
A mí me gusta mucho trabajar en la mesa grande de la cocina. Es una cocina abierta al comedor y a la casa, por lo que la mesa termina siendo el centro de la casa. Allí me siento con los libros, el ordenador, los papeles y lápices, y puedo estarme horas.
¿Eres muy ordenado o tienes tu orden en casa?
Sí, soy muy ordenado. Necesito tener orden a mi alrededor, sino no puedo concentrarme para trabajar. Yo digo que mientras ordeno u arreglo cosas hago meditación y después ya puedo trabajar o, incluso relajarme, también.
¿Cuál es tu rincón favorito de la casa?
Tengo tres: ¡la mesa, la terraza y el sofá!
¿Qué proyectos tienes para este año que comienza, 2022?
Estoy algo diversificado este año. Tengo las clases que hago en la escuela Memory; una coordinación de grupos de teatro de los Espais de Gent Gran de l’Eixample; un espectáculo en gira llamado Shakespeare, Cevantes y música, que hago con la compañía Ilerda Antigua, de Lleida; un recital sobre el poeta Joan Margarit que se llama Acabant el poema, que voy haciendo bolos; ahora haré un pequeño rodaje de una docuficción…
Pero, lo cierto es que tengo muchas ganas de empezar a ensayar un nuevo espectáculo o participar en alguna película o serie, sería un muy buen regalo para este año.