Philip Stanton: «Donde está tu cabeza, tu corazón y la gente a la que quieres, es tu hogar»

Hoy tengo el placer de conversar con un gran artista, y un gran amigo al mismo tiempo. Es imposible no quedar atrapado por la potencia, la vida y el color que transmiten las obras de Philip Stanton.

El pintor e ilustrador de origen estadounidense decidió instalarse en Barcelona ya hace muchos años y ha creado un vínculo íntimo y especial con la ciudad y su gente. Desde maravillosos murales de gran formato, como el recientemente creado “Els colors de l’agraïment”, que luce en la estación de metro del Hospital de Sant Pau como reconocimiento a la labor del personal sanitario en estos meses de pandemia, hasta colaboraciones con una empresa barcelonesa de fundas de móvil. Eso sí, una empresa con un propósito y unos valores muy especiales.

La obra de Philip puede tomar múltiples formas, pero siempre conserva su esencia. Es un hombre creativo, que disfruta y nos hace disfrutar con su arte cuando dibuja, cuando pinta, cuando crea esculturas, cuando canta o cuando actúa en una película.

Philip, ¿qué es para ti el hogar?

El hogar está donde tu decidas que esté, es decir, da igual que sea un sitio temporal o tu casa de toda la vida. Si en ese sitio está tu cabeza, tu corazón y la gente a la que quieres, es tu hogar.

Hace más de 30 años que dejaste Estados Unidos para venir a vivir aquí. ¿Qué te trajo?

¡Un avión!

Yo nací en Ohio, pero solo estuve allí 4 años. Cuando terminé mi grado universitario en Bellas Artes y un máster en Ilustración en Nueva York, después de compaginar mis estudios con distintos trabajos para poder pagarlos, decidí que era el momento de parar un poco y descubrir mundo. Había estado estudiando y trabajando al mismo tiempo durante 7 años y necesitaba parar. Realquilé el piso que tenía en Nueva York y me vine para Europa.

Primero Inglaterra, después Francia, España, después salté a Marruecos y durante 8 meses viajé, al mismo tiempo que intentaba buscar clientes en los países que visitaba. Y por Barcelona pasé 4 veces, en la época preolímpica cuando el fervor creativo en la ciudad era máximo.

Cuando dejé Nueva York, allí todo el mundo creativo se había especializado demasiado, exagerando un poco, si eras ilustrador de fresas, solo podías pintar fresas, nada más. Y, aunque seguro que eras el ilustrador de fresas mejor pagado del mundo, esta súper-especialización iba claramente en contra de mi carácter.

Cuando llegué a Barcelona, me encontré con gente como Mariscal, Peret, que estaban haciendo cosas de gran formato, en distintos soportes y, aunque no hablaba castellano ni catalán ni tenía dinero, pensé que tenía un hueco en ese mercado, que podía ofrecer algo distinto.

¿Cómo recuerdas tu primer piso o casa que escogiste para vivir?

Mi primer piso en Barcelona fue un piso compartido en Gracia, en una callejuela sin luz. También compartí otro piso en la calle Còrsega y después alquilé un piso para mí solo en la misma calle y finalmente cogí un piso en Rambla Catalunya con Còrsega.

Durante esos años, el Eixample Esquerra fue mi sitio en Barcelona. Ya trabajaba mucho para la Vanguardia y esa zona me iba de maravilla para ir andando al periódico a entregar los originales. Es esos tiempos, internet todavía no estaba al nivel de ahora y todo se hacía a mano y se entregaba en papel.

¿Qué diferencia hay entre las casas de EEUU y las de aquí?

Primero de todo, generalizar en Estados Unidos es muy difícil porque es tan grande que alberga muchas realidades.

Si hablamos del estado donde pasé más tiempo, Florida, allí las casas son un poco tipo Sant Cugat, por definirlas de alguna manera. De una o dos plantas, no grandes edificios, más tipo unifamiliar. Son de ladrillo y hormigón ya que, por la humedad tan alta que hay, no se utiliza prácticamente la madera porque no resistiría. Si hablamos de mi estancia en Nueva York, mis pisos fueron siempre en edificios antiguos, pequeños, de solo 4 o 5 viviendas con una tienda en los bajos. No vivía en el Nueva York que a menudo vemos en las películas.

¿Qué recuerdos guardas de las casas donde viviste?

He vivido en muchos lugares y en distintas casas. Si hablamos de Barcelona, te puedo hablar, por ejemplo, de la casa con estudio en la calle Beethoven donde vivía con mi ex mujer y las niñas. Era un piso tríplex y en la última planta tenía mi estudio con una gran claraboya que me proporcionaba mucha luz natural y donde trabajé muy bien durante muchos años. Por un lado, fue precioso porque me dio la oportunidad de ver crecer a mis hijas, pero por otro, era muy fácil distraerte cuando las oías subir por las escaleras, aunque lo tuvieran “prohibido” y, claro, dejabas lo que estabas haciendo y te ponías con ellas, porque era lo que querías, lo que disfrutabas.

¿Qué es lo que más valoras cuando buscas una casa?

Depende del momento. He alquilado casas en el campo, en el Baix Empordà, en Menorca o Formentera pegadas al mar y también muchos pisos. Pero yo soy muy de mar y de luz. La luz natural para mí es clave. Eso y la orientación solar y la proximidad al mar. Me gusta también la montaña, pero el mar pasa siempre por delante.

Los paisajes y las casas que pintas son siempre llenos de colores. ¿Cómo te inspiras?

Muchas veces mis cuadros son paisajes oníricos, imaginados, que intentan transmitir la calidez y la calidad de vida en el Mediterráneo. A veces me baso en algo concreto como una villa en la Toscana, una casa en el Empordà o un edificio modernista de Barcelona, pero en general, es un mundo idealizado, que busca la joie de vivre, la alegría de vivir.

Soy consciente de que la mayoría de mis cuadros acabarán en casas, de clientes o amigos, formarán parte de su vida familiar y, normalmente, se colgarán en una pared blanca. El color que hay en todos mis cuadros, quiere transmitir ese punto de energía necesaria para la vida, a la persona que lo observa, que lo tiene en su casa.

Hace poco has pintado un mural en homenaje a los sanitarios, “Los colores del agradecimiento”, en el metro de Guinardó/Hospital de Sant Pau, hablando de resiliencia, superación y esperanza.

¡Sí, ha sido una experiencia maravillosa! Es, literalmente, de lo mejor que me ha pasado, profesionalmente hablando. Y es que el proyecto, como la mayoría de buenos proyectos, nace de la amistad.

En este caso, Santi Torres, director de comunicación de TMB y gran amigo mío, me llamó en pleno confinamiento para proponerme hacer algo permanente en una estación de metro y cerca de un hospital público para dar las gracias a todos los equipos sanitarios que nos han estado cuidando y lo siguen haciendo, durante esta situación tan dura que nos ha tocado vivir.

El proyecto fue bonito desde el principio. El hecho de incorporar alumnos de mis clases de grado como ayudantes fue una experiencia inolvidable para ellos y para mí. Poder transmitirles conocimiento real, que les servirá en el futuro, fue maravilloso. No voy a mentir, fue muy complicado. El hecho de estar pintando en un vestíbulo de estación de metro en junio y julio, todos con mascarilla, por supuesto, y sin poder estar todo el equipo de 8 personas simultáneamente por motivos sanitarios, lo dificultó todo mucho. Pero la reacción del público que pasaba por la estación, que lo disfrutaba, nos animaba y nos daba las gracias, fue una cosa increíble, muy, muy bonita.

Y creo que ha tenido tanta repercusión mediática porque, el hecho de intentar transmitir algo positivo, esperanza, en un momento tan complicado, conectó mucho con la gente.

¿Te ves dejando Barcelona para vivir cerca del mar o de la montaña?

Cerca del mar, sí. Soy un gran enamorado del Mediterráneo, probablemente acabaría en Menorca. Ahora mi hija mayor está viviendo en Palma y este verano pasamos unas semanas allí y, aunque hace unos años no me gustó demasiado, esta vez si que me gustó de verdad. Mallorca es increíble, tiene unos paisajes con unos contrastes y una belleza impresionante.

Sin embargo, Menorca para mí es ideal, tiene el tamaño perfecto y, sobre todo, sigue siendo mucho de los menorquines, no de los ingleses ni de los alemanes como ha pasado con Formentera, que antes era mi gran amor, pero ahora se ha convertido en un pedazo de Italia, ha perdido su identidad.

¿Tu casa está llena de color o solo están en tus cuadros?

Es curioso viniendo de mí, pero las casas donde he vivido suelen ser de paredes blancas. El color lo pongo con los cuadros, no necesariamente míos, muchos son de amigos y artistas con los que he hecho intercambios.

¿Minimalista o llena de muebles?

Tirando a minimalista. La verdad es que vivo más tranquilo con pocos muebles por medio y con líneas rectas.

¿Hay algún objeto que siempre ha ido contigo en todas les casas donde has vivido?

Sí, hay libros y álbumes de fotos que me han acompañado toda la vida. También un par de objetos curiosos que van conmigo desde mi época en Florida: uno es un regalo de mi madre, un decantador de vino francés antiguo, un poco art nouveau, que tiene como un pequeño grifo para servir el vino y, el otro, es mi colección de piezas de cerámica africana que tengo, probablemente desde hace más de 40 o 50 años.

¿En tu casa tienes un espacio para pintar?

En todas mis casas he tenido siempre un espacio para trabajar, aunque yo puedo dibujar en cualquier lugar. Muchas veces voy con mi libreta y pinto en la calle para captar las escenas de la vida cotidiana de las personas en su hábitat real.

Ya cuando trabajo en cuadros de gran formato, lo hago en el estudio, bien en el mío si la pieza cabe por tamaño o en uno alquilado si el formato lo requiere.

¿Qué llevas siempre contigo?

Siempre, desde hace más de 25 años, llevo encima una libreta pequeña, que cabe en un bolsillo, y un bolígrafo o un Pilot. Es poco habitual en dibujantes no utilizar el lápiz, pero a mí me gusta porque así no existe la opción de borrar y captas la energía del momento, no la puedes trucar. De los errores es de donde aprendemos y es importante no tenerles miedo.

¿Eres ordenado o tienes tu orden?

¡Buena pregunta, aunque tal vez le deberíamos preguntar a mi pareja!

Yo diría que, en general, en mi hogar soy bastante ordenado. En el estudio tengo mi propio orden. Puede dar una sensación de caos, pero cuando tengo un momento creativo, lo más importante es exprimirlo al máximo. Es como un caballo salvaje, tienes que coger las riendas y aguantar hasta que te tira en el suelo. En esos momentos, me da igual si el estudio está patas arriba, si hay pinturas por todas partes, si todo está desordenado. Pero cuando pasa el momento de “trance”, necesito volver a poner orden.

El rincón favorito de tu casa es…

Mi estudio, que tiene dos plantas, me encanta la planta superior donde hay una terraza y donde tengo mis ordenadores para trabajos de pequeño formato. Es donde me siento más cómodo, es mi rincón más íntimo.

Tus ilustraciones las llevas a otros formatos, hasta en las fundas de móviles.

Sí, esto es algo que me interesa mucho. A mi me gusta colaborar con clientes de todo tipo, incluso hago intervenciones en casas donde diseño cuadros y murales específicamente para un espacio en concreto. Me encanta hacer este tipo de cosas distintas. En este aspecto soy muy abierto y me llena experimentar y crear cosas únicas que ayuden a convertir la casa de alguien en algo único también.

Hablando de las fundas de móvil, las diseñé para una marca barcelonesa que se llama POPSICASE, que hace sus fundas con redes de pescadores recicladas, una pasada. Nos conocimos hace un par de años a raíz de un proyecto de colaboración que les propuse con alumnos de Eina y quedó pendiente crear la línea Stanton para sus fundas. Y este año, lo hemos hecho realidad. Es una marca que me encanta porque, no son solo fundas de calidad, ecofriendly y hechas con un material reciclado que hace mucho daño a nuestros mares y su fauna, es que, además, parte de su facturación la destinan a la Fundació Arrels que ayuda a las personas sin hogar.

¿Si no hubieras sido pintor, qué habrías sido?

Muy buena pregunta. De niño quería ser dos cosas: o biólogo marino, que hasta gané algún premio infantil de investigación, o escritor de cómics de superhéroes. Sinceramente, creo que no hubiera terminado la carrera de biólogo marino, y lo de escritor tampoco sé si me hubiera ido bien.

Al final, estaba claro que tenía que acabar en algo creativo y ahora estoy haciendo malabarismos combinando varios talentos: dibujo, pinto, hago escultura, canto y toco música, y también hago colaboraciones como actor. ¡Cosas creativas!